Más unidos que nunca

El vestuario, durante la mala racha, fortaleció sus vínculos y respaldó a Javi Calleja en todo momento. Los tres puntos contra el Valladolid reflejaron a un equipo entregado y comprometido con la causa

La rabia del vestuario se mostró en un partido que sirvió para sanar heridas y mirar al futuro con optimismo

La rabia del vestuario se mostró en un partido que sirvió para sanar heridas y mirar al futuro con optimismo / F. Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Los tres puntos sumados contra el Valladolid fueron una auténtica liberación para el Levante, que después de seis partidos sin conocer la victoria, no solo cortó su mala dinámica de resultados, sino que vuelve a creer en sus posibilidades de competir con los puestos más altos de la clasificación. El equipo de Javi Calleja vivió una noche redonda y llena de emociones. Desde la alegría, pasando por la intranquilidad, hasta la euforia que explotó en las gradas de Orriols con el penalti detenido por Andrés Fernández en los últimos coletazos del encuentro. El triunfo, sin duda, supondrá un antes y un después en una temporada a la que aún le quedan muchos puntos por jugar. No obstante, el tramo de marcadores insatisfactorios, al igual que la tendencia negativa, ha fortalecido a un equipo que ya no se siente ni vulnerable ni inferior al resto, mientras cuenta las horas para volver a vestirse de corto para sumar buenos resultados.

Plantilla, cuerpo técnico y entrenador están más unidos que nunca después de pasar un tramo de tormentas. Ni cuando las victorias y las sensaciones acompañaban, hasta el punto de coquetear con los puestos que dan pie a subir a Primera División, la conexión dentro del grupo fue tan fuerte. Sin embargo, los golpes han sido el motivo sobre los que sacar músculo, aumentar la química entre los compañeros y sacrificarse los unos con los otros. Las injusticias arbitrales, las lesiones y los golpes sufridos durante la mala dinámica no han quebrado al vestuario. Y la victoria contra el Valladolid, labrado desde el trabajo, el sacrificio y un gran despliegue físico, fue la mejor medicina para cerrar una mala dinámica donde la redención y el aprendizaje fueron antídotos con los que sobrevivir.

Una vez el colegiado señaló el final de la contienda, la piña vista sobre el verde reflejó la unión de un grupo de futbolistas que nunca dejó de lado a su entrenador. Javi Calleja, en el ojo del huracán tras la derrota contra el Eibar, cogió más oxígeno que nadie dentro del levantinismo tras sumas tres puntos frente a los vallisoletanos. Liberado, pero sin la sensación de quitarse un peso de encima, el técnico siempre se sintió respaldado por parte de sus jugadores pese a que la preocupación, dentro de las altas esferas del Ciutat de València, pasaba por lograr un triunfo por lo civil o por lo criminal. Los futbolistas se vaciaron, en parte, por su entrenador. Y cuestionado por ello, el técnico levantinista no dudó en responder.

«El vestuario es una fiesta, el equipo no puede estar más unido. Nos habían pesado mucho los golpes, hoy hemos demostrado personalidad. Aquí estamos todos juntos, si el problema es que no se ve lo de dentro, solo se ve la clasificación. La mayoría de gente no analiza las cosas, ve solo como hemos quedado. Me parece bien pero nosotros tenemos que analizar todo. No es estar con Calleja, es estar comprometido con el Levante, y todos lo estamos al máximo», respondió Javi Calleja en la rueda de prensa posterior del choque ante el Valladolid.