Ponemos la mano en el fuego por el míster

La situación se prestaba a un titular de portada más mordaz. Pero Berlanga no es ningún ariete

Ponemos la mano en el fuego por el míster

Ponemos la mano en el fuego por el míster

Rafa Marín

Rafa Marín

La situación, resulta evidente, se prestaba a que el titular de portada hubiese sido algo así como «el Valencia de Berlanga», una sutileza con la que repartir estopa. Pero no, se trata de una cosa muy distinta a la de utilizar a un icono universal como ariete. Hoy se cumple un siglo del nacimiento del genio que filmó ‘Bienvenido, Míster Marshall’, un sensacional director de cine que además de valenciano era futbolero y un insigne valencianista. Así nos lo recuerda su hijo con una emotiva carta en la página siete del periódico. Nuestra pretensión no es otra que la de glosar su figura, ilustrada con el guiño de una foto correspondiente a la época en la que no había colgado las botas. Es probable que los más jóvenes lo conozcan incluso a través de nuestras páginas o al menos que indaguen a partir de ellas. Es un orgullo poner en valor lo nuestro. Algo que, como se ha hecho desde Mestalla con el reciente guiño hacia Brines, debería tener también continuidad, sin miedo a los juegos de palabras. Hay que separar.

Presente

El pasado hay que honrarlo y a Bordalás tampoco va a pillarlo nadie en un renuncio por hablar más de la cuenta. En la extensa entrevista que mañana publicamos con él insiste en centrarse en el presente, antes incluso que en el futuro. Es uno de sus argumentos más repetidos junto a la convicción de que para recuperar el ADN y la identidad es necesario potenciar el binomio entre equipo y afición. Acabará estando, como todos, a los pies de los resultados, pero ahora que no hay partidos es de justicia subrayar su dominio e interpretación del contexto que le rodea. Los que están cerca suya dicen de él que es una esponja y ponen la mano en el fuego a que por su inteligencia emocional no cometerá los fallos que condenaron a su antecesor. Nosotros también, seguros de no quemarnos.

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