Un triángulo con esencia granota

De Pereira se espera un equipo más compacto y con menos errores defensivos

Javier Pereira en su primera épica en el Levante UD

Javier Pereira en su primera épica en el Levante UD / SD

Juanma Romero

Juanma Romero

Han sido días convulsos en el Ciutat. Antes de Mallorca era uno de los que confiaba en la reacción, en ese punto de inflexión que iba a dar oxígeno al Levante para después del parón enderezar el rumbo. No fue el peor partido de la temporada, pero las sensaciones no evidenciaron mejoría. El gol de Baba hundió hasta lo más profundo de la caverna la confianza y moral granota. El penalti errado de Morales certificó esa falta de fe de una plantilla bloqueada y encaminada hacia un abismo desconocido e inesperado.

Quico Catalán se vio obligado a reaccionar y a dar un paso al frente. Suena ventajista ahora mismo, pero tras lo visto hasta el momento, esa decisión que nunca quiso tomar tenía que haberse ejecutado en junio. Camuflado por la eclosión copera y una salvación sellada con holgura, Paco López hacia tiempo que ya no era técnico del Levante. Sus decisiones empezaron a ser cuestionadas, la grada perdió su favor y los resultados dejaron de salvaguardarlo. Duele y mucho que Paco haya tenido que salir así del Ciutat. Merecía un adiós más épico y justo.

Es difícil encontrar en este fútbol tan superficial y falto de valores a una persona llana tan honesta y terrenal como Paco. Quico es consciente de esto y quizás por eso lamenta todavía más no haber podido haber ese particular último servicio unos meses antes. El presidente se queda sin coraza, sabedor que si las nubes no se van, la lupa irá hacia él. Riesgo asumido en el cargo que ostenta.

Ahora toca estar con Javier Pereira. Su suerte es la del Levante y merece confianza y apoyo. Recordar a Pereira es rememorar a Juan Ignacio Martínez y a la plantilla de aquel momento. Munúa, Juanfran, Ballesteros, Valdo, Barkero o Iborra fueron parte de aquel equipo. A Koné lo dejo aparte. El que para un servidor ha sido el mejor delantero que ha pasado por Orriols pasó por las manos de Pereira. Los tiempos y las circunstancias son distintas, pero ojalá que el espejo de aquel plantel tenga su reflejo en el actual.

Su cuerpo técnico además destila levantinismo en diferentes grados. Pedro López aportará ese punto de capitán eterno y volverá a un Ciutat que sí despidió como tocaba. De Agustín Izquierdo, aunque parezca mentira, recuerdo su paso por el Levante. Aquella campaña 93-94, el entonces Nou Estadi todavía tenía un marcador manual y jugaban un tal Oltra o Juanfran. Jordi Gonzalvo consiguió llevar al equipo a una promoción de ascenso comandado por Quini. Un delantero genial pero con un carácter peculiar y complejo que había llegado desde del Roldán murciano un año antes. El actual asistente granota fue uno de los hombres clave, y aunque no echó raíces, su conocimiento de la casa debe ser otro punto a favor.

Este triángulo conoce y sabe lo que es el Levante y su gente. Están además ante la gran oportunidad de poder darse a conocer entre la élite futbolística en España como en su día sucedió con Paco López. 

De Pereira se espera un equipo más compacto, menos propenso a los groseros errores defensivos, más práctico que preciosista y sobre todo fiel a una identidad. Mimbres tiene. La enfermería le dará más armas que las que tuvo Paco López aunque también las urgencias van a ser de más calado. Quedan muchas jornadas por delante, pero en el club se necesita que el Levante salga de abajo, que la agonía no se apodere del ambiente y que el triunfo llegue tras demasiadas semanas apagado. Curiosamente su primer envite será ante un Getafe que tampoco se ha estrenado aunque sí lo hará con nuevo entrenador. Un duelo de riesgo. Seguro que Pereira acepta el reto con gusto.