Lleva razón Paulista y también Bordalás

Las diferencias entre el Valencia de Bordalás y el de Javi Gracia van más allá del punto, pero toca ser exigentes

José Bordalás, en la Ciiudad Deportiva

José Bordalás, en la Ciiudad Deportiva

Rafa Marín

Rafa Marín

Paulista habla de no darle naturalidad a una racha de tres puntos de 18. Y Bordalás, como dijo también cuando se puso líder provisional, de que hay que seguir «paso a paso». Llevan razón los dos. Son discursos que a la fuerza tienen que ser compatibles, todavía más en un momento tan temprano como este. Y es que de lo que se trata no es de reducirlo todo facilonamente a si bajarse de la Bordaleta. De lo que se trata es de mantener la confianza y al mismo tiempo no permitir concesiones a que se rebaje el listón y no pase nada. La exigencia tiene que ser máxima siempre y en cualquier circunstancia. A partir de ahí, calma. Y comprensión. A pesar del estancamiento y los imprevistos en el plan, entre ellos el del número de goles encajados, las diferencias con el Valencia de Gracia van más allá del punto que los separa. El partido ante el Real Betis, con la inercia del gol de Gayà en el 98’, es una oportunidad perfecta para demostrarlo. También para que André la aproveche y que todos en general se reencuentren con la buena versión de las primeras jornadas.  

Paciencia

Aplicable igualmente para el Levante es el cóctel de confianza y exigencia. En un ambiente tan inflamado como el granota es importante hacerse a la idea de que ni Javi Pereira tiene una varita mágica ni va a ser una temporada fácil. Los errores camuflaron en Sevilla los aciertos, en especial el del doble cambio, pero al final el resultado fue un partido que no tuvo que ver con el que defensivamente se había trabajado. No se vislumbran semanas fáciles. Es justo lo contrario, a la espera de que el equipo coja el tono, la sangría de lesiones se corte, las ideas calen y reabra el mercado. Más allá de que a Hernani habría sido mejor regalarlo a Turquía, la cuestión ahora es que cuando vuelva Campaña sea con los pies bien fijos en la tierra.