Opinión

Atentos a la pirueta

La atención tiene que ser máxima para no volver a las andadas y que de una vez se acabe el estadio

Imagen prevista de Mestalla

Imagen prevista de Mestalla

El lunes se cumplen 15 años del inicio de las obras y para este jueves, a cuatro días de la efemérides, se espera el regreso de la presidenta de facto del Valencia CF todavía para retomarlas y que se acaben. Tras una primera ronda taponando heridas y limando asperezas, el objetivo de Layhoon por encargo de Lim es pactar en esta segunda un nuevo convenio con el Ayuntamiento. Una pirueta para acceder a los beneficios de la ATE sin la ATE después de que la Generalitat le tendiese la mano para solucionar el problema pero se la retorciera en su intento de parar la caducidad. Aunque la propia Layhoon se marchó teniéndolo claro, fue ayer cuando llegó la puntilla con el dictamen del Consell Jurídic Consultiu. Un trámite para rematar un culebrón que sin solución de continuidad dará paso a otro. Ojalá, eso sí, más corto.

El nuevo escenario, la friolera de un año después del informe de la Abogacía, exige que la atención sea máxima para no volver a las andadas. Sin embargo, es también una oportunidad inmejorable para hacer las cosas bien y darle carpetazo a un problema grave. La candidatura para el Mundial de 2030, la desaparición del mapa de Murthy y los millones de CVC metidos en un cajón, entre otros, son los principales motivos por los que de un partido se cambia inmediatamente a otro... Y es que con el Nou Mestalla sigue habiendo mucho en juego. Un campo que según la última modificación presentada tendrá 66.000 espectadores, ampliable a 70.000 en cinco meses y en el que a expensas de las licencias y de conocer tiempos y costes reales de ejecución, todo apunta a que esta vez irá la vencida. Todo ello, además, una vez que Meriton haya reculado en sus planes de construir un campo más pequeño que el actual sin renunciar a ningún privilegio. Para el club y la afición, aunque no sea la situación ideal, es bueno tener un estadio en condiciones y no solo por las grandes competiciones. Sin embargo, llegados a este punto, lo que tiene que ser innegociable es que todos los beneficios urbanísticos, al margen de la construcción del pabellón de Benicalap, reviertan en el bien de la ciudad. Una línea roja en la que no ceder ni un metro. 

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