Un problema gordo

El futuro pasa porque la gasolina para la oposición no se limite a los resultados del equipo

Rueda de prensa de la plataforma De Torino a Mestalla

Rueda de prensa de la plataforma De Torino a Mestalla / Francisco Calabuig

Rafa Marín

Rafa Marín

Aunque sea de perogrullo, a veces se olvida que el problema del Valencia CF es muy gordo. Que no hay soluciones mágicas. Ni fáciles. Que con las palabras no basta. Que las ofertas reales, más allá de tentativas, brillan por su ausencia. Y que tampoco es ya tiempo de limitarse a puestas en escena como la de ayer de la plataforma De Torino a Mestalla, incapaz de pasar de la teoría a la práctica. Tentativas, todo sea dicho, como el Guadiana. Y con mucho menos valor que otras que tal vez no lleguen a nada en los juzgados pero que van poco a poco haciendo mella. Aquí lo que vale es el pico y la pala. El de las movilizaciones de Libertad VCF cada partido y con gran impacto internacional.

El de los políticos que mantienen un criterio y de verdad se mojan. Y sobre todo el de los que tienen en su mano que la presión al banco, donde puede estar la llave maestra, no sea tan torticera como cuando se forzó aquella venta que ahora no hay manera de deshacer. Tan cierto como que Lim paga sus cuotas es que una cosa es el Valencia CF y otra Meriton. Y que no es la mismo ayudar al secuestrador que al secuestrado. Un rehén que grita auxilio y al que para más inri hay que mantener con vida y en Primera. Por mucho que los malos resultados sean la mecha que lo enciende todo, el futuro pasa porque la gasolina para la oposición no dependa de la suerte del equipo. Es en Mestalla y no en Singapur ni en Johor donde se sufre por este escudo.

Nueva era

Arranca la etapa De la Fuente y lo hace con la esperanza de que en los próximos meses la Comunitat recupere su peso específico en las convocatorias. De momento hay que conformarse con que a Gayà se le restituya por la canallada de Luis Enrique. Y porque el actual seleccionador no caiga en los errores de su antecesor. El mal estilo de Ramos y las caretas que han vuelto a caerse por el camino marcan el estreno para un selección que definitivamente afronta un relevo generacional. Ya no de jugadores, puesto que los mejores hace tiempo que se fueron, sino de estilo. España tiene que dar pasos adelante y dejar de vivir de los éxitos pasados.

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