Lim Out On Tour

La urgencia deportiva y la crítica a Lim cobran una nueva dimensión en las gradas visitantes

Afición del Valencia en Elx (Alicante) . Estadio Martinez Valero -. Elche CF - Valencia CF . Partido de Liga Laliga

Afición del Valencia en Elx (Alicante) . Estadio Martinez Valero -. Elche CF - Valencia CF . Partido de Liga Laliga / JM LOPEZ

Vicent Chilet

Vicent Chilet

El valencianismo ha probado todas las fórmulas imaginativas posibles para decirle a Peter Lim que su tiempo ya ha pasado en el Valencia. Tan suficientes y variadas como para que los mismos actores políticos y financieros que accionaron su llegada, activen ahora su despedida.

Se ha intentado casi todo. Desde la más anónima pancarta hecha de cartón rotulador y recortes de periódico, y multiplicada por miles, a la gran demostración de llegar a vaciar Mestalla y provocar una fotografía de impacto icónico mundial. Nunca, como hasta ahora, esta o cualquier hinchada ha logrado coordinar acciones colectivas tan abrumadoras y de manera tan precisa. Además, sosteniendo la tensión del pulso social durante tanto tiempo. Un logro sin precedentes en una materia como el fútbol, movida por la variable traicionera de la ilusión.

Cuando parecen que todas las alternativas para resoplar el descontento están agotadas, en los desplazamientos de final de temporada ha aparecido otra vía, otra grieta por la que se cuela luz, aire y vida. Una suerte de «Lim out on tour». Hay una oportunidad muy bien leída en los éxodos numerosos de aficionados a Almería, a Elx, el que se gesta hacia Cádiz y los que quedan por venir, porque de esta pesadilla despertaremos vivos o muertos en una incierta «photo finish».

El apoyo al equipo y la crítica a Lim cobran una nueva dimensión en las gradas visitantes. En el Martínez Valero, todo se conjuntó en el minuto 19 como una metáfora casi taumatúrgica. El gol de Samu Lino confirmó que la urgencia deportiva y la reprobación al máximo accionista forman parte de un único, feroz, implacable viento. Aunque parezca una obviedad, algunos todavía no han alcanzado a entenderlo. Ánimo.

Los desplazamientos sacan lo mejor de cada afición. En el caso de Mestalla, el colorido festivo y el ruido son una marca registrada, que he venido comprobando desde mi primer viaje, en Las Gaunas 94, con paellas, vino y clínics de Eraña. En la marea entusiasta de los «away days» el valencianismo se mueve cómodo.

En la emoción máxima de los extremos nos reconocemos, no tanto en la vida funcionarial de media tabla o en el lujo superfluo de Liga Europa. Así sucede desde la primera gran travesía de 900 murciélagos a Les Corts, en octubre de 1923, en trenes y barcos. La expresión que usó la prensa catalana para definir al Valencia y su hinchada, «el nuevo meteoro luminoso que irrumpe en el football español», sigue en plena vigencia.

En el Nuevo Mirandilla espera otro capítulo para trasladar la estima por el club secuestrado y la energía infinita que se empleará para liberarlo. Una lucha que, incluso con rivales directos enfrente, algunos con rencillas en la memoria, siempre despertará empatía y comprensión en cada grada.

El aficionado de base se siente reconocido en la batalla de Mestalla. Con la Liga sentenciada, el gran acontecimiento de este final de campeonato será cada exhibición de la marea blanquinegra, naranja, tricolor y amarilla. Pequeñas muestras concentradas de sucedáneos de finales de Copa. Sin nada que celebrar, pero con todo un siglo por defender.