Fórmula 1

Carlos Sainz gana al estilo Fangio

Carlos Sainz, campeón

Carlos Sainz, campeón / EFE

Ángel Castaños

Ángel Castaños

Llevábamos 16 carreras esperando un fallo de los dominadores RedBull y llegó. Singapur es una pista que suele plantear este tipo de retos: ya le ocurrió a Mercedes en el pasado. Sin que sepamos muy bien el porqué, ocurre a veces que el dominador de la temporada se desinfla en esta pista, falla con los ajustes, pierde rendimiento y es entonces cuando hay que aprovechar la oportunidad, como lo ha hecho Sainz.

Singapur no era a priori una buena pista para Ferrari, pero las soluciones aerodinámicas que hasta ahora no funcionaban –el alerón delantero introducido en Holanda– ayudaron a que los coches rojos rindieran. Carlos dominó las sesiones prácticas y supo hacerse por décimas con una pole, su segunda consecutiva, que abría la puerta a soñar con su segunda victoria en Fórmula 1. Ese dominio de Sainz sirvió además para que, después de toda la polémica de Monza, en Ferrari tuvieran claro por cuál de sus dos pilotos debían apostar. En un año en que, de nuevo, el triunfo en el campeonato queda lejos para los coches rojos, llevar al menos una victoria a las vitrinas de Maranello era una obligación en 2023.

En la carrera vimos a un Sainz magistral. Ayudado por un Leclerc que esta vez ni importunó ni protestó por el liderato de Carlos, el español moduló el ritmo de carrera. Hay dos tipos de pilotos: los explosivos y los calculadores. Entre estos últimos hay nombres como los de Lauda y Fangio. Decía el campeón argentino que lo inteligente era ganar, corriendo lo menos posible. Así lo hizo Smooth Operator en Singapur: corrió lo justo y supo dar la ayuda del DRS al segundo, Norris, para que la auténtica amenaza que representaban los Mercedes de Russsell y Hamilton no le arrebataran la victoria. Y fue idea del piloto y no de su muro dejar que el McLaren de Lando tuviera la punta de velocidad para neutralizar a Mercedes.

En Singapur Carlos Sainz ha ganado algo más que una carrera: ha demostrado a todo el mundo que, en la carrera más física del campeonato, su cabeza le ha puesto en el primer escalón del podio. Es también una victoria dentro de su equipo porque, además de escaparse en la tabla de su compañero Leclerc, ha dejado claro quién lleva el coche rojo de forma más efectiva, utilizando estrategias que solo los grandes pilotos son capaces de inventar mientras se juegan el tipo a casi 300 entre los muros.