La reconquista de Calleja

No hay reto más atractivo para el técnico que volver a ganarse a la afición

Calleja durante el Levante - Huesca

Calleja durante el Levante - Huesca / F. CALABUIG

Juanma Romero

Juanma Romero

El Levante absorberá este fin de semana el último paréntesis antes de reiniciar la competición el próximo 13 de enero ante el Albacete. Con varios días de trabajo en los que parece que la enfermería poco a poco va dejando camas libres, Calleja está teniendo durante estos días la oportunidad de realizar una pretemporada algo más reducida pero seguro que interesante para reforzar su idea de juego y recomponer aquello que no ha funcionado.

El técnico madrileño se encuentra en un momento en el que debe volver a ganarse la confianza de parte de la afición granota en una campaña marcado por los vaivenes. Su periplo no ha sido sencillo. Llegó con la urgencia de enderezar un rumbo torcido e inesperado después de que Nafti dejará al equipo en la parte media baja de la tabla pese a tener un bloque de campanillas. Con una racha de dieciocho partidos sin perder, el Levante se asentó en la parte noble para no caer jamás de ella aunque sin la continuidad necesaria para haberse apropiado de una de las dos plazas de ascenso directo. Tenerife, Mirandés o Ibiza arrebataron ese punto que hubiera bastado para evitar el castigo cruel ante el Alavés en una promoción que jamás tendría que haberse jugado. El verano abrió unos interrogantes que pronto se cerraron tras confirmar Miñambres que su técnico volvería a ser Calleja.

El entrenador granota asumió su continuidad, sabedor de los muchos cambios que iban a azotar al club tanto a nivel institucional, con cambio de presidente incluido, como deportivo, con la salida de futbolistas importantes como Pepelu, Pubill, Jorge de Frutos o Cárdenas. Este cambio de escenario obligaba a una reinvención total que arrancó bien. Con la llegada de jugadores asumibles en lo económico y con el hambre presumible de poder ser parte de algo grande, el Levante hizo una buena puesta en escena en el actual curso, aunque poco a poco se fue desvaneciendo. El Racing, otra vez el Racing como ante Nafti, encendió todas las alarmas en el Ciutat y dejó a Calleja al borde de la lona. Reconozco que ese día también hubiera apostado por un cambio en el banquillo. La infausta racha tuvo continuidad ante el Eibar. Con el agua al cuello, la opinión del pueblo no tuvo traslación en las oficinas que abogaron por lo impopular. La apuesta no ha salido mal. El 2023 se cerró con cuatro partidos en los que el equipo no perdió salvo el asterisco de la Copa frente al Amorebieta.

El 2024 se abre para Calleja con el objetivo de reconquistar al levantinismo. Asumiendo que va en el sueldo, el escuchar pitos cuando su nombre suena por la megafonía del Ciutat, serán los resultados, los goles y el juego los que marquen hasta donde quiere dejar su impronta en Orriols. He abogado por darle un voto de confianza. Es un humilde voto que no vale más que el de cualquier otro seguidor, pero que simboliza que Calleja es el técnico que tiene en sus manos ser el piloto de un Levante que ha de volver donde merece. Es la muestra de fe a un entrenador que nos ha enseñado brotes verdes, que ha apostado por la gente joven ante la necesidad y que, aunque no ha conseguido hacer olvidar el golpe más duro que ha sufrido el Levante en su historia reciente, puede subsanarlo un año después. Con una segunda vuelta al completo como pista de despegue, es su gran oportunidad, su momento de volver a ganarse a toda una afición sin fisuras. No hay reto más atractivo.

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