Opinión | CONTRAVOLANTES

Los fogonazos de Fernando Alonso

Fernando Alonso, con su Aston Martin en Shanghái

Fernando Alonso, con su Aston Martin en Shanghái / AP

Cuando antes de la carrera se presentó el trofeo del Gran Premio de China la pregunta era ¿qué hará con él Verstappen cuando se lo entreguen? Parecía claro que el holandés sumaría una victoria más, como así acabó siendo. El mencionado trofeo, con lucecitas y todo, como una decoración navideña sacada de un bazar, ya va camino de las vitrinas de Red Bull en Milton Keynes. Y es que su coche iba, confesó Max, “sobre raíles”. Así, no era difícil que a más de uno se le escapara un “qué aburrido” al final de la carrera. Enfrentar este larguísimo campeonato sabiendo ya qué pasará llegado el final resulta frustrante.

No sabemos hasta qué punto los dueños del negocio de la Fórmula 1estarán preocupados por el dominio brutal del holandés, con el que ya llevamos tres años de absoluta falta de expectación por quién será el campeón al final del mundial. Contar con un piloto nacional –aparte de la religiosa afición por Ferrari– es lo que evita que las audiencias en cada país se hundan. Lo vimos en China con unas gradas a reventar gracias a la presencia de Guanyu Zhou, al que permitieron finalizar la carrera aparcando su coche en la recta de meta para que recibiera el agasajo de su público. Nadando en lágrimas de emoción acabó el piloto de Sauber.

Los aficionados españoles no lloramos, pero gracias a Alonso disfrutamos de algunos fogonazos de emoción que nos mantuvieron despiertos en el madrugón dominical. El sábado Fernando se había sacado de la manga una sorprendente tercera plaza en parrilla, inmerecida para el potencial del Aston Martin. El domingo intentó exprimir todo el rédito a esa posición y superó a Checo en la salida. Todo ello a sabiendas de que el ritmo de carrera de su monoplaza plaza verde acabaría poniéndole entre la séptima o novena posición. De remate, un coche de seguridad en el peor momento de su manga con las duras, le obligó a poner unas blandas para luego parar por tercera vez para montar las medias. Le volvió tocar a remontar y le faltaron vueltas para ir más allá de la séptima plaza. El premio fue llevarse la vuelta rápida en carrera.

Son fogonazos de arte al volante como esos lo que nos mantienen pegados al televisor. La realización siguió al asturiano en toda su remontada, olvidando el tranquilo y solitario liderazgo de Verstappen. Y menos mal porque, aunque el aficionado medio sigue pagando religiosamente su suscripción, ahora ya no dispone de la posibilidad de pinchar las cámaras onboard. Muchas tonterías de muros y redes sociales en DAZN, pero menos por más. Qué triste.

Fernando Alonso, en el Gran Premio de China

Fernando Alonso, en el Gran Premio de China / EFE