13/01/2021

La pizarra del Valencia y los "locos" del Levante

Se está a tiempo de todo, aún más si se ficha a quien toca

La pizarra del Valencia y los "locos" del Levante

La pizarra del Valencia y los "locos" del Levante

Rafa Marín

Rafa Marín

Una imagen como la de la piña en Valladolid vale más que mil pizarras. Es a partir de ese empuje de los jugadores y sus circunstancias, fundamentales en la continuidad de Javi Gracia, como se explican los progresos de la última semana. Una influencia fundamental para las modificaciones desde el banquillo, donde por primera vez se vio al entrenador sentir y no padecer. Hacer una alineación más lógica, con todos bien ubicados, repercute en un mayor aprovechamiento de los recursos. Mejores o peores, es más difícil desafinar si no son los guitarristas quienes tocan el violín ni los violinistas los que soplan las trompetas. Sin esa desventaja de salida, la coherencia a la hora de salir a por los partidos es tal vez lo más relevante detrás de las últimas victorias.

Es evidente que el Valencia ha estado sufriendo la fragilidad de una propuesta que lo ha empequeñecido tanto o más que la política deportiva de Peter Lim. No manejaba nunca los partidos, se fracturaba a la primera, defendía a duras penas y atacaba sin orden ni concierto a la espera de un contragolpe que unas veces no llegaba y otras se fallaba. Un cóctel que lo condenó a los puestos de descenso y que hasta nueva orden va a tenerlo peleando por la permanencia.

A partir de aquí es cierto que se está a tiempo de casi todo, especialmente reforzando el centro de la defensa y todavía más con un pivote en condiciones para la medular. Sin embargo, hay que estar preparados por si ocurre lo peor, que no necesariamente es que no llegue nadie sino que que lo haga para nada. Sin contar el regreso de Piccini, solo hay luz verde para invertir 2,5 millones de euros, una cantidad que en enero y para un club como el Valencia no da para milagros.

Renovaciones

El Levante ha abrillantado su estadio, va a construirse una Ciudad Deportiva en un corazón neurálgico, se ha ganado la buena imagen que tiene y, pese a las circunstancias, su gestión económica no tiene tacha. A todo eso se añade el mejor entrenador posible y que ha vuelto por sus fueros después del frenesí con un criterio de fichajes asociado a la idea desde la que ha germinado la mejor década de su vida: seis jugadores por 3,8 millones en dos años y ninguno con aire dudoso.

El presidente, máximo responsable del cambio histórico y la profesionalización del club, tiene ahora en la mesa lo de Morales, al que todos quieren renovar pero no a cualquier precio. Aunque es fácil apostar a que se arreglará, en función de cómo se haga el Levante saldrá o más o menos reforzado. Si algo caracteriza a Quico es la coherencia y tanto como eso su gusto por ser él quien marque los tiempos. Algo que vale tanto para la renovación del capitán como para la de una dirección deportiva que por higiene argumental tendrá que ir antes. Todos terminan contrato en junio y son peritas en dulce, pero como Quico ha dicho en algunas ocasión, todos son también "unos locos del Levante".

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