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El Valencia CF recupera su ADN en Mestalla

Bordalás da con la tecla para cortar la sangría de goles encajados. El equipo vuelve a mostrar las señas de identidad del inicio de temporada y logra que la afición se enchufe con cánticos

El coliseo valencianista presentó una gran entrada pese a la dinámica que llevaba el equipo en las últimas jornadas.

El coliseo valencianista presentó una gran entrada pese a la dinámica que llevaba el equipo en las últimas jornadas. / José Manuel López

Iván Carsí

Iván Carsí

El Valencia CF tocó fondo contra el Real Betis entre semana pero frente al Villarreal y después de casi dos meses volvió a levantar la cabeza. Fin a una racha que ya no era tal sino más bien una crisis en toda regla. El equipo lo hizo recuperando ese ADN Bronco y copero que había desaparecido en las últimas jornadas.

José Bordalás apostó modificar el centro del campo para juntar a Racic con Hugo Guillamón y Wass. A partir de ese núcleo el equipo tuvo soluciones a cada problema que un plano Villarreal le ponía. La papeleta no era fácil porque se podía terminar con muchos males, pero desaparecieron todos de un plumazo.

Desde la cohesión como equipo en el campo y a la expectativa de lo que ofrecieran los de Emery, el Valencia CF coció la victoria a fuego lento. De nuevo el equipo ganó duelos y fue incómodo para el rival.

Fue un partido que exigía garra y brega y en el que hasta Gayà sacó el carácter para encararse con Emery en la banda. El paradón de Cillessen fue la antesala de lo que estaba por venir. El neerlandés se sacó una mano antológica que conectó a Mestalla y al equipo.

El portero, además, mantuvo su meta a salvo después de tres partidos y de que la cifra de goles encajados hubiese escalado hasta los 17 en apenas 11 jornadas. A partir de ese momento se logró la comunión con la grada que empezó a espolear al Valencia con sus cánticos.

Un plan perfecto

El plan salió a la perfección. Con las líneas juntas y el nivel de concentración en valores que no se veían desde hacía semanas, el equipo se lanzó al contragolpe para terminar con el Villarreal, primero con el gol de Guillamón y después, aprovechando el error en el área grande de Alberto Moreno con el penalti a Foulquier. Una jugada que hace solo unos días cayó del lado rival con la acción de Alderete en el Villamarín.

El Valencia supo cómo dominar al Villarreal y lo hizo. En todos los aspectos, tanto en el mental como en el futbolístico. Prueba de ello es que ni el propio Emery se esperaba un Valencia tan conectado, correoso y pegajoso.

Sin dejar nada a la improvisación y matando el partido en esos minutos finales que en otras ocasiones habían costado puntos. Ha habido reacción y ahora falta la consolidación. LaLiga no suele dar dos oportunidades pero el Valencia la ha agarrado a tiempo y contra el Atlético tendrá la prueba de estrés