COPA DEL REY

Todo el viento en contra (1-3)

El Valencia se despide de la Copa, en un partido de ruleta rusa y lleno de ansiedad, condicionado por los dos tempraneros goles del Celta

Decepción de los valencianistas en el encuentro copero ante el Celta

Decepción de los valencianistas en el encuentro copero ante el Celta / JM López

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Mestalla, estadio copero como pocos, se despidió de su torneo favorito. Un Celta con más sentido del oficio salió vencedor de un duelo jugado con el vértigo de una ruleta rusa, desde los dos goles en el primer cuarto de hora del equipo de Rafa Benítez, y que llevaron el partido a un extremo emocional extenuante. Insistió el Valencia, todo coraje, redujo distancias con un penalti de Pepelu y dispuso de ocasiones y saques de esquina para igualar la contienda. A falta de diez minutos para el final, Douvikas enterraba las esperanzas de un Valencia que debe masticar pronto la decepción y afianzar su buen pulso liguero. Fichajes también ayudarían a los objetivos del joven equipo.

Al Valencia le costó tomar el dominio del partido, pausar las emociones. Todo era tan incontrolable como el viento que soplaba en Mestalla y que cortó la precisión del juego. Un terreno abonado para las imprecisiones, en las que pecó un ansioso Valencia y que aprovechó de forma muy intuitiva el equipo de Benítez. En solo dos minutos, en el 12 y en el 14, dos errores locales dejaron el encuentro prácticamente insalvable. Un despeje deficiente de puños de Jaume, sin entenderse con Yarek, fue recogido por Kevin Vázquez cuyo pase llegó a De la Torre. De espaldas, sin ángulo, con Jaume descolocado, el californiano se sacó un remate de espuela que abría el marcador. Casi sin tiempo para reaccionar, en el 14 Miguel Rodríguez lo robaba la cartera a Diego López dentro del área y provocaba el contacto suficiente para el penalti. Tras la revisión del VAR, tras esperar a que la pelota pudiera quedarse quieta desde los once metros pese al viento, Douvikas engañaba a Jaume.

En los minutos siguientes, con el Valencia totalmente desnortado, el Celta tuvo la opción de rematar definitivamente la eliminatoria. Con el viento a favor, gozó de contragolpes muy claros capitaneados por Douvikas. En el 25, Jaume evitaba el tercero sacando un pie ante el remate del delantero griego. El Valencia no salía de las cuerdas y fallaba entregas fáciles que originaban réplicas gallegas y zozobra. Pero, con todo en contra, el Valencia se levantó. Era el minuto 28 cuando Domínguez no calculó bien debido al viento un despeje de cabeza y dio al balón con el antebrazo. Una zamorana de manual que no vio el árbitro en primera instancia, pero que aclaró dudas con el VAR. Era penalti y fue pateado con solvencia con Pepelu.

Pepelu, celebrando un gol

Pepelu, celebrando un gol / JM López

Quedaba una hora de fútbol, el Valencia tenía que medir sus impulsos. Pero en este equipo, para lo bueno y lo malo, todo transcurre a gran velocidad, y los de Baraja podrían haber igualado los octavos antes del descanso. Subido en la motocicleta de Fran Pérez, el Valencia entró una y otra vez por la banda derecha. Acumuló saques de esquina seguidos y encerró durante minutos al Celta, que también mordería con contras. Iván Villar y Starfeld eran las baterías antiaéreas ante cada envío lateral. En el 44 tuvo el empate el Valencia. La jugada que pudo condicionar el partido, con una serie de rechaces en área pequeña hasta que Yarek giró el tobillo para finalizar a un gol cantado, de no ser por el despeje heroico y poco ortodoxo de Williot.

La eliminatoria quedaba condenada al riesgo, con un Valencia al ataque y dejando hectáreas disponibles para las contras de manual trabajadas por Benítez. Movió Baraja el banquillo en el descanso, buscando la agitación de Sergi Canós, por Alberto Marí. Una finalización apresurada sobre la carrera a cargo de Jesús Vázquez alertaba de que al Valencia le seguía faltando un punto de pausa. Con el viento a favor, Pepelu colocaba córners olímpicos, tensos y peligrosos. Más madera mandaba Baraja con la entrada de Gayà y Guillamón, nervio y cerebro. Sin Fran Pérez, contrariado por su cambio, pareció que el Valencia había perdido electricidad y el Celta recuperó fuelle. Con gripe, Yaremchuk entraba para volver a disponer de dos delanteros y que el partido muriese en área rival. El delantero ucraniano tardó solo un minuto en iniciar y finalizar una jugada de ataque, rematando en semifallo.

Benítez, consumado estratega, liquidó la contienda desde el banquillo. Nada más salir, Renato Tapia combinó con De la Torre para fabricar el segundo gol de Douvikas, en un perfecto escorzo para cabecear al segundo palo. Pasado de frenada y muy cansado, al Valencia se le acabaron los versos.