Los últimos partidos del Valencia CF empiezan a destilar una nueva versión de Kevin Gameiro. El delantero de Senlis transmite otra energía sobre el terreno de juego y ese es un cambio que se percibe en un punto de frescura en el apartado físico, en la mecanización de sus movimientos y cada vez más en su impacto en el juego. Su jugada en Balaídos, donde resultó determinante con una demostración de inteligencia y cambio de ritmo para encontrar los espacios en los últimos metros y desatascar la dinámica, es solo la punta del iceberg y pretende marcar un nuevo punto de partida para el futbolista. El '9' no ha tenido un inicio fácil desde su llegada a Mestalla, es consciente de que durante la primera vuelta ha rendido por debajo de las expectativas después de un traspaso caro —16 millones más dos en bonus— y asumiendo su cartel tras pasar por Atlético, Sevilla o PSG pero en el club saben que su caso tiene poco o nada que ver con el de Michy Batshuayi. Si el belga está sentenciado por falta de ambición, Kevin está haciendo todo cuanto está a su alcance por atacar su margen de mejora. Quiere ser el fichaje de invierno que necesita el Valencia CF.

El futbolista hizo 'reset' durante su última lesión muscular, entre diciembre y principios de enero. Ahí está su frontera. Este percance, que le apartó del foco durante algo más de un mes, dentro del trauma que supone lesionarse, ha tenido un efecto positivo. ¿Por qué? Desaparecer del día a día le ha servido para cortar, limpiar la mente y mejorar su condición física, aspectos que le han lastrado desde que puso un pie en València y que son claves en su recuperación. El día de su presentación a mediados del pasado mes de agosto el jugador sorprendió asumiendo el desafío de marcar 20 goles. Su frase, inesperada de un tipo aparentemente típico, cundió en el entorno. Gameiro, nada dado a bravatas, exteriorizó en ese momento lo que sentía y en octubre, aunque las cosas no estaban saliendo como había imaginado, volvía a reafirmarse en una entrevista en SUPER. Después de marcar 21, 17 y 29 en el Sevilla, en el Atlético anotó 16 en su primera temporada y en la segunda, un año en el que alternó con Diego Costa y en el que sufrió bastante, firmó 11. Se veía con fuerzas y estaba convencido de que la mezcla con el equipo y a las órdenes de Marcelino —un técnico que llevaba mucho tiempo tras él— produciría resultados desde el día uno.

Su adaptación, sin embargo, ha sido más lenta de lo que se esperaba y eso tiene su origen en un verano en el que pasó por un infierno. La pretemporada con el Atleti fue especialmente difícil. Primero, porque la cantidad de internacionales del equipo rojiblanco que jugaron el Mundial provocó que el Cholo comenzara a trabajar con un equipo plagado de chavales, donde la intensidad y el trabajo no era el mismo que a la llegada de los actores principales. Ese contexto perjudicó su puesta a punto y el hecho de que tuviera la cabeza en el Valencia CF tampoco le benefició. Está claro que cada operación de mercado es una partida de póker pero esta fue una batalla campal. Gameiro, que adoptó una posición extrema con gente con la que convivía día a día como Simeone, Andrea Berta o Miguel Ángel Gil para fichar por el Valencia CF, vivió un capítulo lleno de estrés e incertidumbre que le impidió llegar con energías. Fue uno de los peores veranos de su vida. El Atleti no dio facilidades para su salida hasta última hora, incluso para evitarlo le propuso la renovación y un aumento salarial que el jugador rechazó.

Llegó con retraso físico

Había recibido ofertas desde Inglaterra, Italia, Francia y China, casi todas superiores económicamente a lo que le pagaban en la capital, pero su decisión de jugar en Mestalla era firme y para firmar por el Valencia CF, incluso, se bajó el sueldo en casi un millón de euros con respecto a lo que cobraba en el Atleti. Un gesto que evidencia su compromiso y que por otro lado hace que su salida en el mercado invernal, solo cuatro meses después de acometer esta apuesta tan fuerte, sea totalmente incoherente. Gameiro, volviendo al verano, partió con un retraso físico y a la hora de empastar con sus compañeros —un proceso de química que con Griezmann, por ejemplo, se dio al instante— no le ayudó la inercia negativa del equipo. Si ganas, todo es más fácil. Y si marcas, también. Haberlo hecho en uno de los primeros partidos seguramente hubiera allanado el camino pero no fue así. El francés, además, es un jugador que por sus condiciones necesita estar en el punto físico ideal para dar con su mejor versión y encajar en los movimientos del equipo. Eso retrasó su adaptación, le dificultó cogerse, y la 'obsesión' por demostrar tras una temporada frustrante en el Aleti acabó desencadenando cierta ansiedad por hacer las cosas bien. Cualquier jugador, y especialmente un delantero, vive del riesgo y del acierto y cuando no atraviesa por un momento óptimo de confianza todo es más difícil. A lo largo de un día nadie te habla más que tú mismo, —la voz que escuchas en tu cabeza— y a Gameiro esa autoexigencia le ha perjudicado en estos meses.

Clave en cuatro victorias

El '9', pese a todo, ha sido clave en cuatro de las seis victorias que ha conseguido el Valencia CF en LaLiga. Su primer gol llegó frente a la Real Sociedad en Anoeta, donde el equipo logró su primer triunfo de la temporada. En la victoria contra el Getafe provocó el penalti, transformado por Parejo en el 81'. Contra el Rayo redondeó la goleada marcando el definitivo en el 3-0 y ante el Celta generó el gol de Rodrigo con una asistencia. Su lesión en el aductor —con posterior recaída y afectación en el tendón, subiendo hacia el pubis— ante el CD Ebro le ha dado la oportunidad de digerir todo lo que venía acumulando para volver más fuerte psicológicamente y el trabajo físico que ha venido haciendo de fondo también da resultados. Más allá del golpe de Arambarri en el Coliseum —un contratiempo que no debe alargarse en el tiempo pero que probablemente lo apartará de la vuelta ante el Getafe—, el valencianista nunca se ha sentido mejor físicamente desde su llegada y tiene margen de mejora. Contra el Sporting, en el Molinón, Gameiro volvió a sentirse Gameiro y desde entonces da pasos firmes. En los últimos 5 partidos lleva dos goles y una asistencia. Ha tenido ofertas pero en su cabeza solo hay una idea: triunfar en el Valencia CF.