Comunión imparable hacia Primera

La victoria contra el Alavés tuvo un denominador común: la conexión entre la grada y el equipo. Los de Javi Calleja sintieron un apoyo que les contagió. Fue y será la vitamina del ascenso

Desde el recibimiento hasta el pitido final, la afición llevó a su equipo en volandas hacia tres puntos muy importantes.

Desde el recibimiento hasta el pitido final, la afición llevó a su equipo en volandas hacia tres puntos muy importantes. / JM LOPEZ

Rafa Esteve

Rafa Esteve

La jornada del domingo, en clave granota, estuvo marcada por la resaca emocional de lo vivido en el Ciutat de València contra el Alavés. El lleno, protagonizado por la movilización de los abonados, tuvo un efecto arrollador que se vio reflejado tanto en el césped como en la grada. El equipo de Javi Calleja, en su momento más delicado de la temporada, apartó de golpe y porrazo las dudas y dio un auténtico recital sobre el terreno de juego, y los presentes en el coliseo de Orriols protagonizaron un ambiente infernal para el adversario, y motivador para sus futbolistas. El templo levantinista, que se caracteriza por ser un estadio que siempre garantiza un clima de puro fútbol ante la entrega de todos sus asistentes, elevó sus niveles hasta límites incalculables y volvió a vivir un día grande. Una tarde para el recuerdo y que quedará marcada en la historia de un club que, después de dar un paso grande hacia su sueño de subir a la élite del fútbol español, cree más que nunca en sus opciones de lograrlo. Sin embargo, la fórmula del éxito, tras lo sentido en Orriols, es sencillo no solo de cara a las cuatro finales que restan de competición, sino también de cara al futuro: la conexión entre la afición y el equipo mueve montañas, es imparable y debe ser la base sobre la que el Levante ha de establecer cualquier hoja de ruta que tenga prevista.

La plantilla, tras el partido.

La plantilla, tras el partido. / JM LÓPEZ

La sensación entre los que vivieron la apoteósica victoria ante el Alavés, con las revoluciones más pausadas, fue la de que el club debe impulsar la unión entre la grada y el equipo. La lección está aprendida, al igual que los precedentes respaldan a unos seguidores levantinistas que siempre se han volcado con la causa. Con 15.000 abonados, la asistencia al Ciutat de València ha sido nutrida y la movilización de aficionados en los encuentros a domicilio ha sido considerable. Los desplazamientos a Zaragoza, Albacete, Cartagena o Leganés, entre otros, son la clara prueba de que el objetivo del ascenso ha sido el motor de ilusión para una afición que, después del trágico descenso en el Santiago Bernabéu, confía más que nunca en el ascenso a la élite del fútbol español.

Prohibido fallar

Tras haber alcanzado posición de ascenso directo de manera definitiva después del empate entre el Granada y el Eibar, el Levante depende de sí mismo para subir a Primera División, pero también tiene la responsabilidad de no retroceder en el tramo final de curso. El partido en Tenerife ya está marcado en rojo y el deber del equipo es el de no fallar. Después de haber celebrado por todo lo alto, y con total justificación, los tres puntos frente al Alavés, los de Javi Calleja, tal y como dijo el técnico en rueda de prensa, ya tienen en mente lo que será otro partido trascendental. «Ha sido uno de los mejores partidos de la temporada, pero no tenemos que caer en la euforia. Había mucha alegría después del encuentro e Iborra ha puesto a todos en su sitio. Es muy importante saber cómo hemos reaccionado de la derrota contra el Mirandés. Vamos a disfrutar, pero ya estamos pensando en el próximo partido», aseguró el entrenador granota.