Opinión

Gayà y la Nintendo 64

Sentirse identificado con algo es la clave y por eso es fundamental renovar al capitán y a Soler. Por eso pedían a Xavi en el Barça, no por saberse la alineación del Al-Sadd

José Luis Gayà, frente a Savic

José Luis Gayà, frente a Savic

El tiempo pasa para todos y tan rápido que incluso un debate de redacción te demuestra que estás a más distancia de la esperada con las nuevas generaciones. Unos no conocen la Mega Drive, otros la Nintendo 64 e incluso un último grupo reconoce no haber tocado ni la Play Station 1. En el fútbol pasa un poco lo mismo. Simeone, Luis Enrique, Iraola o Calleja son futbolistas que tienes todavía en la cabeza y que, en algún caso concreto, ya llevan unos cuantos años en esto de los banquillos. El tiempo te atropella y cuando menos te das cuenta sueltas frases del tipo ‘el fútbol ya no es como antes’. Una de las últimas veces que escuché eso fue en una conversación con el compañero periodista -y amigo- Álex Serrano. En ese debate, de hace algo más de un año, sobre qué jugador ponerse atrás en la camiseta del Valencia CF, él mantenía que había perdido la fe en eso de elegir a uno de la actual plantilla y pensó en ponerse el nombre de algún jugador histórico. Le recordé que todavía estaba Gayà (incluso Soler). Esos últimos soldados de una especie en extinción. El reflejo de Paterna, aficionados de un equipo convertidos en ídolos y al mismo tiempo ese escudo sobre el césped. Canteranos que llevan media vida soñando con correr por Mestalla. El de siempre. Del ‘nuevo’ mejor ni hablamos. 

Con todo esto de la renovación de Gayà y Soler me vino a la cabeza aquella conversación. También la llegada de Xavi al Barcelona. El técnico ha estado en la liga de Catar y no creo que todos aquellos que celebran su llegada sepan cómo jugaba el Al-Sadd. Pero el aficionado culé sí vuelve a notar ese éxtasis porque siente, más allá del discurso público, que llega alguien que va a respetar el estilo y ese juego de posición. Termine siendo un éxito o un golpe tremendo, su época en el banquillo arranca precisamente con ilusión entre los seguidores del Barça porque notan que alguien les representa en el banquillo. Ni Koeman, una leyenda como jugador, fue capaz de hacerlo. En el caso del Valencia, el capitán representa algo parecido. 

Al aficionado le queda en algunos casos mirar a Gayà, Soler, Guillamón o Lato (los de casa) para sentir que alguien, por pocos que sean, representan ese ideal valencianista. Por eso conseguir la renovación de los dos primeros va más allá del nivel futbolístico de ambos, que han demostrado ser jugadores de primer escalón europeo y habituales en las listas de Luis Enrique. El mensaje que se enviará a la grada si se logra cerrar a ambos es que los dos creen al máximo en el futuro del club. En volver a viajar por Europa. En ser competitivos en el semana a semana con Bordalás al mando. Porque aunque los dos, lógicamente, merecen una mejora económica, en ninguno de los dos casos su continuidad va de dinero. La realidad es que para ellos sigue siendo un sueño jugar en este Valencia. Y para el aficionado es una gran noticia ir a Mestalla cada dos fines de semana y ver quién lleva el brazalete o el ‘10’ a la espalda.