Opinión

Perdón y reparación

Salvo y Martínez podrían hacer el último servicio al club, que tanto dijeron entonces respetaban. Deben salir y contar cómo se dejaron engañar por Meriton, pero no lo harán

Cartel luminoso contra Peter Lim, Aurelio Martínez y Amadeo Salvo en Plaza España

Cartel luminoso contra Peter Lim, Aurelio Martínez y Amadeo Salvo en Plaza España / GERMAN CABALLERO

La ruleta rusa del mercado de invierno ha sido la penúltima jugada de Lim. Traspasar al Atlético al futbolista que más minutos lleva jugados esta campaña es un desatino deportivo de primera magnitud al que no se la ha dado la transcendencia que merece. Pero si además el sustituto resulta un jugador todavía por hacer, confirma que definitivamente no hay nadie al volante. Ilaix Moriba sería una buena opción de mercado estival, donde hay semanas suficientes para integrarse en el grupo, conocer al técnico y habituarse a su esquema de juego antes de competir. Pero ahora, con las urgencias a la vuelta de la esquina, el miércoles en Copa, parece inoportuno. Y milagros, en Lourdes.

Lo mejor de la semana valencianista, una vez más, son los «chicos de la libertad». Una gota malaya que desde el sentimiento de la razón va ampliando la fuerza opositora al máximo accionista, tanto en los despachos como en Mestalla. Por eso, el acertado paso dado señalando públicamente a los máximos responsables valencianos de la llegada de Lim añade un valor incalculable, al tiempo que debería hacer reflexionar a las instituciones actuales, y a las próximas, porque uno fue el ariete de Compromís y el otro el arquero de los socialistas.

Salvo y Martínez guardan un silencio cómplice. Si fueran valientes, uno pediría perdón y el otro devolvería la insignia de oro y brillantes del Valencia CF. Fue en diciembre de 2014, meses después de confirmarse la venta al Lim, y en los prolegómenos del partido ante el Barcelona. Salvo impuso la medalla de máximo reconocimiento del club -ante el delirio del campo, recuerdo-, a Pepe De Los Santos, Españeta y Aurelio Martínez. De Los Santos fue ATS del club durante 40 años, y Españeta 50 años utillero del Valencia CF. Aurelio Martínez fue presidente de la Fundación que vendió el club solo unos meses. Aquella foto aparece como un agujero negro en la historia del club.

Está claro que, junto a los ahora retratados, hubo colaboradores necesarios dentro y fuera de Mestalla, así como los habituales voceros paniaguados. El tiempo ha colocado a cada uno en su sitio e incluso ha habido autocríticas saludables. Todo el mundo tiene el derecho a rectificar, faltaría, aunque incluso el que pagó el acoso de ‘haters’ anda desaparecido, y los presuntos implicados desacreditados. Salvo y Martínez podrían hacer el último servicio al club, que tanto dijeron entonces respetaban. Deben salir a la plaza pública y contar cómo se dejaron engañar por Meriton. No lo harán, y no saben lo contento que estaría si me llevarán la contraria.