Opinión

Qué VER en el VAR

El Levante se está jugando demasiado como para pasar por alto que no se revise algo tan clamoroso

Los jugadores del Levante, protestando al árbitro

Los jugadores del Levante, protestando al árbitro / SD

El Levante está en una situación apurada por culpa de los arbitrajes. Pero más allá de sus errores, la verdad es que ha tenido mala suerte con muchas cosas, incluidos los arbitrajes. Como prueba, el último, todavía muy latente en Orriols. Las declaraciones de Quico en el balcón del Ayuntamiento para Levante TV fueron muy en la línea de las que el sábado hicieron desde Alessio al último futbolista. Un penalti «clamoroso» en el que Cabrera atropelló a Dani Gómez en las narices del juez de línea. Para más inri al borde del descuento. Y que conste que lo peor ya no fue que no se señalara sino que el VAR ni siquiera entrase a revisarlo. Los seis puntos que llegaron a ser 13 y que separan a los granotas de la salvación podrían haberse quedado en cuatro en caso de marcarlo y ganar el partido. Poca broma con eso. Es demasiado importante lo que hay en juego como para pasarlo por alto, aunque antes que con las declaraciones de Quico hay que quedarse con el fondo de lo que el presidente granota le trasladó en privado a Rubiales el pasado lunes. Ojalá sirva no para que el Levante le den y ni siquiera para que no le quiten, sino para que jugadas de este tipo se revisen. Si el nuevo jefe de los árbitros ha dado la orden de que el VAR tiene que entrar solo en los penaltis flagrantes, este lo era. 

Que haya suerte

Pocas cosas van a generar tanto interés y expectación de aquí a la final de La Cartuja como el reparto de las entradas. Una vez quede claro cuántas le tocan en la reunión de mañana, todos los ojos van a estar puestos en el criterio con el que el Valencia las distribuya. Un proceso en el que los tiros apuntan bien a la hora de valorar la antigüedad y la asistencia y en el que no estará de más que todo se haga con luz y taquígrafos para evitar un sainete como el que hay montado con el estadio. El problema con esto último, eso sí, no está tanto en la necesidad de una presentación pública para los aficionados como en la diferencia entre planes y planos, entre la realidad de las lonas y la expectativa de la granja solar, entre el presupuesto necesario y el disponible, entre que los beneficios urbanísticos reviertan en Lim o la ciudad.