Opinión

Orgullo por dentro

El recuerdo de La Cartuja ya no volverá a ser el mismo, pero el valencianismo sí que volvió a ganar su partido

Hugo Duro, consolado por unos aficionados del Valencia CF en la grada de La Cartuja

Hugo Duro, consolado por unos aficionados del Valencia CF en la grada de La Cartuja / Francisco Calabuig

La Cartuja ya no será lo mismo. Y el Valencia, que tiene que volver a una final aunque nadie sepa cuándo, ojalá también sea diferente cuando lo haga, como equipo y sobre todo como club. Aunque con honor, la derrota en los penaltis fue ayer un mazazo. La novena se escapó en el mítico escenario que hace dos décadas conquistaron Mendieta y el Piojo y que esta vez se le escapó a Gayà. El capitán estaba llamado a levantar la Copa pero en su lugar se despidió con la mano en el corazón, esperemos que solo hasta la próxima. De lo ocurrido, nada deja mejor saber que ese orgullo, el mismo que guió a la afición durante toda la jornada. Una exhibición de valencianismo a la que le faltó otro gol memorable. Pudo haber sido, para cerrar el círculo, el de Hugo Duro. O incluso una parada más del héroe, que fue Mamardashvili. El georgiano sostuvo el empate con grandes intervenciones pero ninguna en la tanda. Con sus armas, y pese a que el pánico les atenazó al inicio, los de Bordalás superaron fases insoportables y tuvieron las ocasiones suficientes para haber salido indemnes del fuego cruzado. No llegaron a jugar con la grandeza de la última final pero por poco no la ganaron.

SENTIMIENTO

Pese a la lluvia, el día fue hermoso gracias a la afición. Es, sin ninguna duda, lo mejor que ha dejado una final que se recordará como un oasis en la temporada. La hinchada ganó su partido y eso aunque estuvo en inferioridad numérica frente a la bética. Condenados a cambiar de rumbo, ahora se vienen semanas trascendentales en todos los ámbitos, deportivos e institucionales. Y es que, sin prácticamente opciones vía LaLiga, la ausencia del Valencia en Europa por tercera campaña consecutiva marca desde ya el presente inmediato de un proyecto que continúa sin saberse qué va a ser. A expensas de renovaciones y cláusulas de compra pendientes de ejecutar, no hay nada a lo que fiar los partidos que quedan y eso lógicamente va a hacerlos largos. Como en el 99, aunque sin Copa, La Cartuja debe ser un punto de inflexión.