Opinión

Que comience el mercado del Valencia

Meriton (Peter Lim) cierra la primera gran venta con sentido en cuatro años con tiempo suficiente para reforzar la plantilla

Joao Cancelo, llorando en su despedida del Valencia

Joao Cancelo, llorando en su despedida del Valencia

Con un reguero de lágrimas en los ojos, Joao Cancelo se despedía entre lágrimas de Mestalla tras una relación de amor odio de poco menos de un lustro. Tenía firmado su contrato como nuevo jugador del Inter de Milán, pero quiso jugar el primer duelo de la temporada para despedirse de una parroquia que valoró su potencial en la misma medida que perdió la cabeza por sus constantes fallos de concentración y lagunas defensivas. En Cancelo siempre se advirtieron esas maneras para poder consolidarse como uno de los mejores del mundo en su puesto, pero también la sensación de que nada de eso podía llegar con él en la banda derecha del Valencia. Era 19 de agosto, y aquel último duelo vestido como blanc i negre lo jugó como extremo derecho.

Cancelo habilitó las llegadas de Kondogbia y Murillo, claves en el resurgir de ese primer Valencia de Marcelino, que no quería venderlo pero entendió su salida como necesaria para compensar un equipo asentado en la mediocridad de la media tabla. Cuesta no encontrar paralelismos con un Guedes que llegaría en ese mismo verano… y que se despide de una forma prácticamente idéntica. En el mercado de fichajes no hay simbolismos. Había que vender a Guedes y debía ser una venta potente. Si eso implicaba dejarle fuera el día de la presentación del equipo, bienvenido sea. Todo con tal de evitar traspasos de última hora que dejen al equipo sin margen de reacción y ventas precipitadas con el valor del futbolista por los suelos. 

El Valencia vuelve a poner en marcha la dinámica que mejor le ha sentado desde siempre. Comprar bien, vender mejor. Una plantilla carente de calidad pero un equipo repleto de posibilidades para que vengan los “dos o tres fichajes” que espera Gattuso y le den un lavado de cara al club. En ese atolladero donde un Guedes solo no puede sacarte, su presencia en Mestalla se convirtió en un lujo difícil de sostener. Sobre todo, porque tres aciertos en forma un pivote organizador, un central titular y un “nuevo Gonçalo” pueden ser la pequeña gran revolución que necesita el técnico para situar al equipo en la pelea con los grandes de nuestro fútbol.

Sobre el precio, hay una realidad difícilmente rebatible: Europa solo vio al mejor Guedes durante 20 minutos de aquel partido en Old Trafford donde Antonio Valencia lo sacó del partido a patadas. Lo que puedes sacar por un futbolista viene dado por quién es el comprador, que ni juega Champions ni pertenece al Big Six de la Premier League. Sí, el Chelsea ha pagado el doble por Cucurella de lo que pagan los Wolves por Guedes. Pero el Brighton solo tuvo que soltar 18 millones para ficharlo. Ese debe ser el valor de referencia si se quiere hacer una comparación más realista.

La parte más complicada ya está hecha: vender bien. Acertar con los reemplazos, a 9 de agosto y con un mercado tan parado, es una oportunidad de oro de encontrar por fin un nuevo comienzo para una plantilla que lleva dos años coja y que, incluso con los retoques que todos imaginamos, dejará un banquillo para echarse a llorar. Meriton debe entender la necesidad de reinvertir y no simplemente borrar números rojos del balance. El valencianismo, acostumbrarse a la ausencia de Guedes y plantearse si Carlos Soler o Gayà entran también en esa categoría de jugadores que son un lujo difícil de retener. Amadeo Salvo prometió una utopía: que el Valencia deje de ser un equipo vendedor. La realidad es que ser un buen vendedor es parte de la identidad del mejor Valencia de nuestro siglo. Y Gonçalo Guedes, una oportunidad de reencontrarse con sus raíces.

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