Paren la trituradora

La deriva del equipo, la falta de fichajes y el ciclo de Lim con los técnicos está terminando con la anestesia

Layhoon Chan llegando a la reunión con el Ayuntamiento

Layhoon Chan llegando a la reunión con el Ayuntamiento / JM López

Rafa Marín

Rafa Marín

Empiezan faltando jugadores y termina sobrando el entrenador. Es el ciclo de Lim, camino de cobrarse como próxima víctima a Gattuso. En una situación normal ya estaría destituido. Los resultados, la imagen y los mensajes, en especial el del miedo, son insostenibles. Sin embargo, de todos los problemas que tiene ahora mismo el Valencia, el del entrenador no es el peor. Poco más de medio año después de los audios, el valencianismo prepara nuevas movilizaciones. El cambio a mejor con Layhoon no da para tanto y la deriva del equipo ha acabado con la sensación de anestesia. Se avecinan de nuevo unas semanas claves. Todo ello coincidiendo, además, con el final del mercado. Un plazo de fichajes que ha vuelto a destapar la caja de los truenos. Y es que la ausencia de estructura deportiva es un mal endémico que aniquila de raíz cualquier proyecto. A falta de cuatro días, ni Corona ni Gattuso se han puesto de acuerdo en nada. Ni tampoco Lim ha movido ficha. Por eso se siguen dando situaciones tan surrealistas como la de Saúl Ñíguez. No es el mejor cóctel para jugar en Valladolid a tres puntos del descenso. Y eso sí que da miedo. El suficiente para que el máximo accionista se haga responsable en la que es la enésima crisis que le estalla. No hacerlo es un peligro para todos, incluido él mismo. El negocio de revalorización de jóvenes, que parece una de las dos únicas cosas que le mueven para no vender el club, también estaría en riesgo.

Avanzando

El otro negocio que le mueve es el inmobiliario, pero este viernes se plegó en sus intenciones por la presión de la ciudad y sus representantes. Fue la gran novedad de la reunión con el Ayuntamiento, en la que se aceptó la obligación de que los derechos urbanísticos estén condicionados a acabar el estadio y no a la concesión de la licencia (para evitar el riesgo de quedarse a la mitad). Aunque se impone la prudencia, el tema avanza y lo de los 45.000 asientos es cosa del pasado. Las cosas no pintan tan mal, por más que aún siga quedando. También bronca, porque el roce del Polideportivo no va de un millón y pico de euros sino de ahorrarse el IVA. 

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