¿Vamos a ayudar al Valencia o a seguir llorando por las esquinas?

Hay que estar muy por encima de Lim y de todos los que quieren hundirnos en Segunda

Castillejo y Lino se lamentan tras la derrota contra el Sevilla

Castillejo y Lino se lamentan tras la derrota contra el Sevilla / F. Calabuig

Toni Hernández

Toni Hernández

Puede ser el peor Valencia de la historia. Tenemos la peor gestión de la historia. Somos una vergüenza en muchas cosas. Pero robarnos y reírse de un club de 104 años, en nuestra cara, eso no. Mestalla debe caerse al suelo, debe temblar la tierra. Debe pasar algo. El domingo nos levantaron la cartera delante de nuestras narices, y el problema era que la tribuna no había asaltado el palco como si fuera una horda de bárbaros. Que lo de los dos minutos sin entrar no lo había secundado mucha gente y que lo que tocaba era perseguir a los jugadores al salir del campo. El manual para irse por la taza del wáter paso a paso.

Sentir lástima de nosotros mismos, estar de forma permanente lamentando cómo estamos, lo inútil que es Peter Lim, el desastre que es Meriton, que si hace tantos años ganamos la liga y hace tantos otros una Copa… eso, ahora mismo, no sirve para absolutamente nada. Es más, resulta terriblemente perjudicial, porque nos quema las energías, nos ahoga el ánimo, nos genera una presión que ahora mismo no es la nuestra porque estamos, por desgracia, a otra cosa.

«En este estadio grande y vacío pienso que tal vez el inicio de la salvación del Valencia pase por despedirse del recuerdo, ahora melancólico, del club que se paseaba con garbo por el viejo continente», decía Vicent Chilet en otro artículo para guardar, y tiene toda la razón del mundo. Ahora toca arrimar el hombro, ayudar al Valencia, sin peros, sin otras historias que no sean la de poner nuestro granito de arena para no bajar. No sabemos qué significaría eso, a todos los niveles, y se ha de impedir con todas las fuerzas y medios que tengamos a nuestro alcance. Se puede ayudar al Valencia o seguir con guerras particulares de Cid Campeador, cada uno es libre, pero no hay más opciones en este contexto.

Insultar a la plantilla y dudar a estas alturas de Rubén Baraja, incluso pidiendo de forma fehaciente su cese, es otro error, una torpeza que ahora mismo nos resta más aún, como si no tuviéramos bastantes problemas. Se trata de quedar al menos el cuarto por la cola, de la forma que sea, y para eso se debe tragar, hacer valencianismo de fe, profesar una militancia que no conozca el desaliento, y si eso significa aplaudir a lo que sea que lleve nuestra camiseta, se hace.

Ya está bien de llorar por las esquinas. Ya vale de querer dar más pena. Vamos a parar de dar esta imagen de plañideras, porque eso es negativo, es tóxico, sólo alimenta un peor ambiente del que hay, y eso no nos ayuda. «Este no es mi Valencia». Pues si no es el tuyo te quedas en tu casa y no molestas, y nos dejas a los que sí pensamos que es el nuestro que se nos vayan años de vida para intentar evitar la vergüenza y el desastre de bajar a Segunda División.

El problema se llama Peter Lim, ya lo sabemos. Y yo le invito a que venga a nuestra ciudad y nos explique en persona qué demonios piensa hacer con nosotros. Pero no lo hará. Y no me parece bien que se trate a los aficionados como delincuentes, rodeando el palco de policías y dejando a los que quieren recibir al autobús del equipo tan lejos de él que parece que no haya nadie. Pero no puedo defender los insultos, las incitaciones a la violencia o que se ponga a parir a valencianistas por el simple hecho de tener el abono en tribuna. Eso no tiene ni pies ni cabeza.

Hay que rebajar el drama y la histeria de forma drástica y cambiar el discurso, el pensamiento, la forma de ver las cosas. El Valencia se va a salvar. Ninguna duda y más convencido que nunca. Nos vamos a salvar porque, por una vez, nos vamos a poner de acuerdo todos y vamos a tirar del club como si no hubiera un mañana. Y vamos a estar muy por encima de Peter Lim y de todos los que nos quieren hundidos.

Y querido Luis Rubiales, que nos conocemos desde hace muchos años; pero muchos. Nadie quiere generar un clima de tensión contra los árbitros. Lo mismo que tampoco queremos que nos tomen el pelo a varias cámaras, como si fuéramos idiotas. Yo te entiendo a ti. Y ahora te pido que tú nos entiendas a nosotros.

Suscríbete para seguir leyendo