Cauta frente a la bipolaridad

Cada lunes el Valencia CF se sitúa en lo más alto de la montaña o en el pozo más profundo

Elche CF - Valencia CF

Elche CF - Valencia CF / JM López

Andrea Esteban

Andrea Esteban

Cada temporada el equipo de Mestalla se sube a su propia montaña rusa, viajando en un sube y baja constante, sin ninguna intención de llegar a una meseta que le permita competir con cierta estabilidad y regularidad. Dependiendo del resultado obtenido, el Valencia se sitúa cada lunes en lo más alto de la montaña o en el pozo más profundo. Esta manera de actuar define al club, al jugador y al aficionado del Valencia, y todo tiene un porqué. Si eres una persona emocional, pasional, que te dejas llevar por aquello que te llena y te impulsa desde dentro, es muy complicado que tu parte racional (la cabeza) en un momento de júbilo y de máximo disfrute, te frene, te serene y sea capaz de regularte y limitar esas emociones que tanto te movilizan. Esta manera de actuar es prácticamente imposible que se la pidamos a un aficionado, debido a que su pasión es su equipo, y se desvive por transmitir esas sensaciones al club de su corazón y a sus jugadores. Incluso, a ese aficionado le compensa esa montaña rusa porque los momentos de cúspide merecen tanto la pena, que eres incapaz de pensar en lo que vas a sufrir en esa bajada rápida hasta el suelo.

El Valencia volvió a ganar, sacó un resultado positivo que le permite seguir luchando por el objetivo de la salvación, en un partido complicado por el devenir del equipo y su situación en la clasificación, pero ni mucho menos por lo que vimos sobre el terreno de juego. Fue un partido muy gris, con muy poco que destacar. Lo único reseñable fue que el Valencia se mostró por fin eficaz y aprovechó un error grave del Elche para anotar el primer gol en el marcador. Pudo cerrar el partido antes del descanso con una buena transición ofensiva en la que esa pizca de suerte le acompañó e hizo que los locales se anotasen un gol en propia puerta. Con el objetivo de destacar algo puramente futbolístico, he analizado ciertas acciones del juego, tanto positivas como negativas. Comienzo por las negativas para poder acabar con un tinte positivo este espacio de opinión.

El Vaoencia volvió a sufrir a balón parado, dejó de nuevo ese segundo palo sin ningún jugador con la única responsabilidad de disputar y ganar ese balón, dejando desamparado a un portero, que el único aspecto en el que se le nota incómodo, es justamente esas salidas aéreas. Además, los de Mestalla fueron incapaces de generar ocasiones a través del juego en campo rival, no se asociaron, no crearon situaciones de peligro ni por fuera ni por dentro, no fueron determinantes en última zona porque apenas llegaron en un partido que podría haber supuesto un punto de inflexión en la confianza de los jugadores, si consigues ese resultado positivo con un cómo que te represente y haga sentirte orgulloso.

Por otro lado, el Valencia cambió y solucionó algo que le venía haciendo mucho daño. Independientemente del sistema utilizado, la línea defensiva bajó su altura y se defendió prácticamente en un bloque bajo, con los cinco defensas posicionados mucho más cerca de portería, partiendo unos 10 metros por delante del semicírculo de área. Esto permite al equipo defender de atrás hacia delante, y no estar constantemente corriendo hacia atrás para defender balones a la espalda que no estaban ganando. Con este cambio el equipo no fue un equipo tan corto como anteriormente, y no tuvo tanto desgaste físico sin balón en un partido que se podía anticipar ‘largo’ debido a todo lo que había en juego. En la parcela ofensiva, lo más determinante para mí fue que Cavani jugó más acompañado. Lino y él se entendieron perfectamente, se asociaron, y de ellos surgió la acción del primer gol. Una acción sencilla y tantas veces vista en el fútbol, pero que necesita de un jugador proactivo como Lino que confío en que su compañero ganará la disputa, la peinará y él podrá ganar ese balón para acabar finalizando a placer. Además, Musah estuvo más liberado en el perfil diestro, se pudo proyectar una y otra vez por banda y cogió la responsabilidad del juego ofensivo en un perfil en el que el Valencia se estaba mostrando totalmente incapaz. 

Por último, los de Mestalla ejecutaron el segundo gol en una transición ofensiva que define su identidad y su esencia. Lo hicieron todo bien, recuperaron el balón, Lino realizó una conducción perfecta en tiempo y espacio para fijar a los defensores del Elche y esperar a que sus compañeros se sumaran al ataque, Gayá corrió con la confianza plena de recibir el balón por fuera y Cavani se desmarcó a espaldas del central del Elche para que así perdiese su referencia, y poder tener la posibilidad de rematar a placer un centro temprano que el capitán del Valencia realizó a la perfección. 

Corazón y cabeza. Emocionalidad y racionalidad. Eterna lucha. Lo que nos diferencia a los seres humanos del resto es nuestra capacidad de priorizar nuestra cabeza al corazón. El Valencia debe competir con cabeza lo que resta de temporada, dejando a su pasión ser ese plus que le ayude a ganar, pero sin dejar de ser gobernados por la misma.

Suscríbete para seguir leyendo