Historia de amor

La conquista del primer palo por parte del delantero es una de las historias de amor más bonitas del fútbol

Albert Marí

Albert Marí

Andrea Esteban

Andrea Esteban

La conquista del primer palo por parte del delantero es una de las historias de amor más bonitas del fútbol. El jugador más adelantado del equipo es el responsable de conquistar esa zona siempre que exista una posibilidad, aunque sea mínima, de poder recibir una asistencia de un compañero, en una zona peligrosa, difícil de defender, y muy cercana a la portería rival. Si aparece esa asistencia, un compañero recibe el balón en carril lateral con posibilidad de centro o pase al área, y el delantero no ataca el primer palo, dicho jugador perderá una bonita oportunidad de poder ayudar a su equipo con un gol, o con una gran ocasión. Tenía muchas ganas de poder escribir una opinión completamente táctica sobre esta acción tan determinante en el fútbol, en el cual, la mayoría de ocasiones de gol parten desde el carril lateral.

El Valencia ha tenido durante toda esta temporada un déficit importante en este tipo de situaciones. ¿Por qué? Os voy a intentar resumir mi punto de vista explicando tres acciones ofensivas diferentes que se han dado de manera repetida en la mayoría de partidos competidos hasta ahora.

La primera acción viene dada por un ataque a área con una inferioridad numérica ofensiva marcada en comparación al número de defensores que utilizaba el rival. Los de mestalla han acumulado muy pocos jugadores dentro de área con opción de remate ante un posible centro lateral, lo que provocaba que el delantero se encontrase solo y atacase otras zonas de remate menos dañinas, para mí, y que deben de ser atacadas por otros compañeros ofensivos.

La segunda acción se ha manifestado de manera continua en los ataques valencianistas. Me refiero a los centros laterales con su origen en tres cuartos de campo, iniciando esta acción ofensiva uno de los laterales y que ha acabado de manera frecuente en un centro lateral sin maldad. Ni el centro parecía tener un objetivo claro, ni los posibles rematadores en frontal de área realizaban un movimiento previo que generase una posible ventaja posicional antes del remate. Estos centros me han transmitido una sensación de acabar la jugada ofensiva, por acabar, y así, es muy difícil sacar petróleo de esta acción.

Y por último, la tercera situación que quiero comentar es la ausencia de conexión entre el asistente y el rematador, que ha provocado que en gran cantidad de situaciones el delantero del Valencia finalizase un centro al primer palo con un desmarque que terminaba fuera de portería, y que obviamente, era prácticamente imposible poder rematar dentro de la misma. Si el delantero realiza el desmarque antes de tiempo, le ganará la posición al defensor pero no recibirá el pase en el momento adecuado, por lo que si quiere seguir obteniendo esa ventaja posicional, deberá seguir avanzando, lo que hará que abandone la zona correcta de remate y reciba la asistencia fuera de portería. En ese momento conectará con el balón, y ese balón se marchará por línea de fondo, siendo físicamente imposible poder orientar ese remate entre los tres palos. Algunas veces la responsabilidad de esta falta de timming en el centro y remate es a causa del delantero, y otras, debido al asistente que tarda demasiado en conectar con su compañero. Por una razón u otra, el resultado siempre es el mismo, la falta de gol que ha marcado el devenir del equipo a lo largo de esta temporada.

En Vigo el Valencia pudo vivir esta historia de amor por partido doble. Kluivert en el primer gol hizo un desmarque precioso, esperando el momento adecuado, colocándose fuera del campo de visión de los centrales del Celta, conectando perfectamente con Diego López, el cual le pudo servir un balón en una zona tan difícil de defender y que el holandés remató con gran sutileza. Cupido volvió a actuar en favor de los de mestalla en el segundo gol, esta vez con Foulquier y Alberto Marí como protagonistas. El canterano se ofreció tres veces de manera continua en la misma jugada. Primero quiso atacar el espacio pero vio que su lateral se incorporaba por fuera y en lugar de frenarse, se habilitó para poder jugar como tercer hombre. No recibió el balón y pudo desconectarse de la jugada, pero no lo hizo, buscó la espalda de su defensor y atacó el primer palo justo en el momento necesario. El centro esta vez de Foulquier fue perfecto en orientación y pese a no ir con excesiva tensión, Alberto pudo darle la fuerza necesaria con un bonito giro de cabeza para que acabase dentro de la portería. El Valencia se reencontró el pasado partido con una historia de amor que nunca debió olvidar. El fútbol son conexiones, y una de las más importantes es la relación con el primer palo.

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