Crear contenido

Mi falta de criterio con un par de tragos me descarta como futuro director deportivo, o no

Corona, director deportivo del VCF

Corona, director deportivo del VCF / FRANCISCO CALABUIG

Enrique Ballester

Enrique Ballester

No falta mucho para que estas columnas desaparezcan durante un tiempo. Os aviso porque no sé exactamente cuándo me iré y cuándo volveré: depende primero de la fecha de nacimiento de un bebé y, después, de la gestión de eso que llaman permiso de paternidad, dos variables misteriosas que todavía no manejo. Lo mejor de ser padre otra vez es el material para las columnas que me deparará la experiencia. Yo no procreo, yo invierto. De hecho, en casa, a lo de tener hijos lo llamamos ‘crear contenido’, pero eso lo explicaré en otro momento

Me hubiese gustado que Hijo nº3 hubiese nacido el miércoles, porque era mi 40 cumpleaños el miércoles. Esta coincidencia me habría asegurado pasar desapercibido en mis futuros cumpleaños, algo que no se paga con dinero. Pero Hijo nº3 no nació el miércoles, evitó eclipsarme y entonces me preguntaban mucho por lo de cumplir 40 años. La gente piensa que cumplir 40 años no me gusta, y acierta, pero por el motivo incorrecto. Piensa que no me gusta cumplir 40 años porque son muchos años, y en realidad me gustaría estar cumpliendo 70.

Mi momento favorito del día ocurrió en un grupo de WhatsApp. Un amigo me felicitó reenviando un mensaje de otro grupo, de otro cumpleaños. Apareció en pantalla la palabra ‘felicidades’ con algunas exclamaciones y un emoji de fiesta. Por debajo ponía ‘reenviado’. No puedo querer más a esa persona; esa vagancia, esa falta de escrúpulos y esa indolencia. No es que le diera pereza teclear, es que ni siquiera optó por copiar y pegar. Era demasiado esfuerzo. Mi amigo tenía las mismas ganas de felicitarme el cumpleaños que yo de celebrarlo. Me gustó tanto que hice una captura de pantalla y ahora la miro de vez en cuando. Es el regalo que merezco.

La verdad es que he tenido cumpleaños peores y casi siempre con el fútbol de por medio. Varias veces coincidió con la resaca de duras derrotas de España en los Mundiales. Mi 18 cumpleaños fue memorable: lo pasé haciendo Selectividad. Hace unos años coincidió también con una eliminación de mi equipo en un play-off de ascenso. En casos así, y sin pretender hacer apología de ello, el alcohol me parece un digno complemento.

Pero hay que andarse con ojo. La semana pasada anduve por ahí algo disperso y al volver al hotel, un poco borracho, cometí un error reincidente en mi historial de desperfectos. Entré a Instagram, me puse a ver stories y saltó un anuncio irresistible: una camisa estampada con un cartel de helados al completo. Lógicamente consideré que no podía vivir sin ella, así que mordí en el anzuelo. La adquisición se unió a anteriores compras en similares condiciones etílicas. A saber: la máquina de ejercicio de Chuck Norris, la caja de música con la sintonía de The Office o media discografía de José Luis Perales. Podéis imaginar la tensión que siento cada vez que llama a la puerta el cartero.

Lo de la camisa de helados lo descubrí porque al día siguiente entré al correo electrónico y vi el recibo del pago. No era un sueño. Esta falta de criterio con un par de tragos me descarta como futuro director deportivo, o no. Realmente, esta manera de proceder explicaría un buen número de los fichajes que vemos, y no hace falta decir nombres, ya sea en el mercado de verano o en el de invierno. Si una noche me sale en Instagram un anuncio de algún futbolista brasileño, lo compro y os lo cuento. Y si después lo trae el cartero, negociamos y os lo vendo. 

Suscríbete para seguir leyendo