Gracias, mago

Esa combinación de situación, velocidad, regate, posesión y pase se da muy pocas veces en un futbolista con talento descomunal 

Silva en su etapa en el VCF

Silva en su etapa en el VCF

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

No encontrarán a David Silva en la foto oficial de la Zarzuela con sus compañeros de la selección campeona del mundo en 2010. Ni tampoco en la Generalitat tras ganar el Valencia la Copa de 2008. Puede que el rey no lo tirará en falta, ni tampoco el presidente de los valencianos, en aquellas celebraciones oficiales, pero el mago de Arguineguín siempre era el más buscado por lo suyos en el campo. Ahí siempre fue un emperador. Ese infortunio que persigue a los grandes, hace imposible disfrutar un curso más de su fútbol moderno. Esa combinación de situación, velocidad, regate, posesión y pase medido se da muy pocas veces en un futbolista con talento descomunal. 

Despuntó en el Valencia, se salió en el City y ahora estaba dejando muestras de su clase en la Real Sociedad. Lástima de su retirada, pero hemos disfrutado de su fútbol durante más de veinte años. Aunque canario, Silva es un valenciano de adopción y un ejemplo de futbolista formado en Paterna, cuando la academia blanquinegra era una de las más prestigiosas del fútbol europeo. Allí llegó con 14 años junto con su padre, Fernando Jiménez, un policía municipal y al que el Valencia le dio trabajo en tareas de seguridad en el club. Eran tiempos donde además de fichar promesas se buscaba que el cambio del entorno familiar fuera lo menos traumático posible. Tras despuntar en el cadete y luego en el Mestalla, Javier Subirats hizo lo mejor para la evolución del jugador y del Valencia.

Lo cedió al Eibar en Segunda, un club familiar con buen entorno y disciplina armera. Allá jugó todos los minutos del mundo y se especializó en zafarse de los rudos defensas de la categoría de plata. Ayudó tanto a su equipo que quedó cuarto, a un paso del ascenso. Luego volvió a ser cedido, pero al Celta, donde debutó en Primera, y en Vigo consolidó todas las expectativas. Su celebrada etapa valencianista es de sobra conocida y celebrada, y fue precisamente mientras se disputaba el mundial de Sudáfrica cuando fue traspasado al Manchester City por 33 millones. En la Premier ha sido uno de los mejores jugadores de la historia y una reconocida leyenda ‘citizen’, donde coincidió con Guardiola de entrenador, que ya lo quiso fichar para el Barcelona, y entonces mostró su mejor repertorio.

Silva, junto con los otros ‘xiconius’ -Villa y Mata- hicieron más llevadera esa transición del mejor Valencia del mundo del principio de siglo hasta el inicio de la debacle actual que empezó con la venta del club a Peter Lim. Los tres fueron campeones del mundo y bicampeones europeos, mientras en Mestalla solo levantaron la Copa del 2008. 

La última vez que lo vi en Mestalla fue en noviembre del 21, no fue titular con la Real, pero cuando entró en el campo le rindió una cerrada ovación. Aquel partido, con Bordalás en el banquillo blanquinegro, no hubo goles, pero recuerdo como Silva devolvió a la grada su agradecimiento. Los mejores jugadores suelen ser también buenas personas.

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