Un engañacoronas de manual

Si no has estudiado bien el producto a la venta y te dejas embaucar por charlatanes y tiendes a favorecer el negocio del amiguete, la cosa casi siempre acaba mal

Samu Castillejo durante su presentación con el Valencia

Samu Castillejo durante su presentación con el Valencia / Francisco Calabuig

Gauden Villas

Gauden Villas

Uno, esta vez sí, está casi en la obligación de entender a Ojo de Lince Corona. Abres el correo y uno de esos agentes FIFA con los que de vez en cuando te vas a comer porque paga el club te envía esta fotografía y no te queda más remedio que plantarte en casa de Mrs Chan con el contrato del fichaje redactado. El chaval lo tiene todo ahí, en ese trozo de cuerpo que le vemos. No hace falta ni mirarse los resúmenes de mejores jugadas de Youtube con los que la dirección deportiva del Valencia se informa para tomar las grandes decisiones. Hay amores a primera vista y Castillejo es un rompecorazones sin rival.

Todo en él es profundo mensaje. En los dedos, la palabra AMOR, en mayúsculas, espejo de su alma y prueba de su gran espiritualidad. En la oreja, tres buenos pendientes de oro blanco con brillantes, que es lo que recomiendan en las joyerías de Ibiza para los caballeros con clase. Junto a ella, el siete, que son las horas totales que pasó el chaval en la escuela antes de hacerse profesional. Qué bonito homenaje a aquellos años de formación que forjan tanto el carácter. En el lado derecho del cuello se atisba Kukulcán, el dragón maya que dio origen al cosmos porque el chico sabe que ahí, en el germen del universo, es donde yacen las respuestas. Recubriendo su prominente nuez de Adán se perfila una bonita cenefa, algo así como un friso tintado, un guiño al mundo griego clásico que tan buenos delanteros ha dado desde el siglo V antes de nuestra era. Y luego, claro, en la muñeca izquierda un buen peluco, que el fotógrafo ha medio escondido intencionadamente para no dar ideas a las bandas organizadas de cacos especializados en esa prenda que asolan Barcelona y otras ciudades. Shakira estaría encantada con un tipo como él, nada de otro nuevo rico como Piqué.

El asunto es que Castillejo no llegó a Valencia para dar clases de semiótica en la Politécnica sino para jugar al fútbol en un club que hasta hace poco aspiraba a alguna cosa. Y ahí es donde empiezan los problemas. Insigne representante de la mejor escuela de los engañagradas, también conocidos como engañacoronas, Castillejo domina como nadie el arte de regatear a un defensa saliendo por la derecha, esperar a que el rival se rehaga, y volver a regatearlo por la izquierda, para terminar en el mismo sitio donde empezó todo pero un tiempo más tarde. El tiempo necesario para que el equipo contrario haya montado un campamento galo delante de su portería. Le tomó el pelo durante un tiempo a Gattuso, lo cual no es demasiado difícil (el italiano lleva tatuado el 6 junto a la oreja) y alguno en la tribuna principal se llegó a frotar las manos pensando en que teníamos por fin al sucesor de Feghouli. A Baraja, que es de Valladolid, le bastaron tres pachangas para ver que estaba ante un holograma de futbolista.Y lo mandó a la grada a comer pipas y rebuscar un rincón del cuerpo donde hacerle sitio a otro trabajito de la aguja.

El mercado es cruel y ofrece pocas gangas. Cuando acudes casi sin dinero y en el momento en que están recogiendo tenderetes, las opciones son pocas. Si, por añadidura, no has estudiado bien el producto a la venta y te dejas embaucar por charlatanes y tiendes a favorecer el negocio del amiguete, la cosa casi siempre acaba mal. Corona va de fracaso en fracaso, dedicando más tiempo a intentar colocar futbolistas de su cuerda completamente devaluados que a analizar alternativas para reforzar la plantilla del Valencia. Y, sin embargo, no solo no lo despiden sino que parece que ha sido ascendido. Si alguien lo entiende, que nos lo explique.

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