Aunque parezca mentira

Baraja, que llegó con fama de perdedor y solución a la desesperada, ha convertido a un grupo de chavales y fichajes de bajo coste en un nido de avispas bien coreografiadas

Los jugadores del Valencia celebran un gol frente al Cádiz bajo la lluvia

Los jugadores del Valencia celebran un gol frente al Cádiz bajo la lluvia / SD

Gauden Villas

Gauden Villas

Ni los más optimistas del lugar, incluyendo a varios cuñados y primos de esos que ya tienen entradas para la final de Copa, podían esperar algo así. Baraja, que llegó con fama de perdedor y solución a la desesperada, ha convertido a un grupo de chavales y fichajes de bajo coste en un nido de avispas bien coreografiadas. Los canteranos parece que van a más en lugar de mostrar las razonables dudas en los que empiezan en esto. Y hasta Duro se está destapando como un killer estilo Mista. Corren como liebres, van al tackle como no se había visto por estos pagos desde tiempos de Benítez y si no están más arriba es porque los milagros no existen.

Y un poco también por Mamardashvili, el peor del equipo esta temporada junto a Diakhaby, que es el peor del equipo de las últimas seis temporadas. Sin los ya exasperantes fallos del portero georgiano, que le regaló los dos al Bilbao y van ya unos cuantos regalitos, y las cantadas ya proverbiales del guineano, otro gallo cantaría, incluso en esta temporada que llegaba repleta de malos augurios.

La electricidad y el desparpajo que despliegan estos chicos en cuanto el rival decide jugar al fútbol hacen del Valencia uno de los equipos más agradables de ver de la Liga. Lo de Guerra es ya un escándalo del que se habla en media Europa. Agradable sorpresa la de Mosquera, que empezó titubeante y al que aún le falta músculo para hacerse fuerte, pero que ha sabido asentarse junto a un Paulista que es otro una vez liberado del lastre que supone para todos Diakhaby. Notables Pepelu y Pérez, elementos imprescindibles del formato avispa.

Y la apoteósica confirmación, López. Este chico recuerda cada día más al Villa de sus inicios en el Zaragoza. Con un poco de miedo se puede decir que está, incluso, un escalón por encima. Del Guaje tiene la velocidad, el descaro, el irse a por los rivales aunque le saquen cabeza y media y esa pillería del fútbol de la calle que tantos ya han perdido. Habrá que ver si sigue el modelo Villa, que no dejaba de mejorar con el tiempo, o termina en el hoy más habitual modelo Ferran, Yeremi, Fati o Williams JR, que alcanzaron la cima a los 19 y luego son un poco peores cada temporada que pasa.

El Valencia por fin da que hablar por lo que hace dentro del campo y en eso, por mucho que los chicos hayan resultado ser unos fenómenos que empequeñecen a los novatos de cualquier rival, el gran artífice es Baraja. Es aún pronto para lanzarse a sus brazos pero chapeau por lo hasta ahora conseguido y por hacer que en medio de esta Liga absolutamente infumable que ha construido Tebas, de vez en cuando veamos a un equipo que nos recuerde por qué nos gusta el fútbol.

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