Jorge Iranzo y vivir tanto como perviva tu legado

Jorge dejó un sendero de valencianismo que recorren los que le pudieron conocer

El legado de Jorge Iranzo es eterno

El legado de Jorge Iranzo es eterno / Miguel Ángel Montesinos

Pau Pardo

Pau Pardo

Aunque no soy muy de meterme en los debates metafísicos acerca de lo que hay después de la vida física o terrenal, honestamente he de decir que aunque no creo que los difuntos nos observen desde ninguna parte, sí lo hago en el poder del legado y en lo vivo que sigue alguien cuando deja una huella que inspira a quiénes le suceden. Si Jorge Iranzo es eterno es precisamente porque dejó un sendero de pasión que hoy siguen recorriendo aquellos que le conocieron y compartieron con él una fuente de pasión inagotable: el Valencia CF, una religión de la que tanto él como su hermano han sido creyentes y acérrimos practicantes.

Cada uno a su manera, desde el coleccionismo patrimonial de Javier hasta los sacrificios en forma de tiempo, dinero y vacaciones de Jorge para seguir al Valencia allá dónde jugara. Una manera de sentir los colores tan contagiosa que no solamente ha hecho que gente como Jesús Roig lleve su nombre en todas las camisetas o que Manuel López le recuerde antes de cada partido, sino que se ha convertido en un referente para las nuevas generaciones de valencianistas que se han abonado a la tradición de viajar a los partidos fuera de casa. Y esta es la esencia de Jorge, haber conseguido que su manera de vivir el Valencia haya echado unas raíces tan fuertes que su legado perdurará para siempre. Y con ello una masa social viva y orgullosa, que falta hace.

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