Florentino Pérez, el ‘salvador’ del fútbol

La Superliga es un club de fumadores en el que su impulsor ejemplariza con cuidar la salud de aquellos a los que echa el humo

Laporta y Florentino con el CEO de la Superliga

Laporta y Florentino con el CEO de la Superliga

Rafa Marín

Rafa Marín

Más allá de interpretaciones y tecnicismos sobre la sentencia de la Unión Europea, incluso el día en el que Florentino Pérez trató de cantar victoria, lo que sonó fue una estruendosa derrota. Y es que la consecuencia de la noticia del día fue reavivar el rechazo generalizado a su proyecto de Superliga, una especie de club de fumadores que ejemplariza con preocuparse por la salud de los aficionados de los clubes a los que echa el humo. Prácticamente nadie, salvo excepciones cantosas, quiere participar en un torneo en el que al presidente del Real Madrid, su principal adalid e impulsor, lo que le mueve es el dinero. Es decir, ganar todavía más dinero, lo mismo que Laporta.

Ya puede disfrazarlo como quiera y erigirse en salvador del fútbol, al estilo de lo que hizo con el racismo, que el cuento no cuela. Igual que el tiempo ha demostrado la pantomima con Vinicius, que no se ha presentado en el juzgado de Valladolid por un defecto de forma y porque el Madrid ya está a otra cosa, también lo hará con un movimiento que no persigue nada distinto que crear un juguetito en el que a la larga termine entrando el dinero saudí. El ‘NO’ de los clubes valencianos es rotundo. También de las aficiones. Y, en general, de todos aquellos que se resisten a convertirse en súbditos de unos pocos que se empeñan en aglutinar más y más poder. Al margen de Florentino, eso sí, lo que es innegable es que con esta sentencia tanto la UEFA como la FIFA tienen motivos de sobra para estar con las orejas muy tiesas.

Los cambios a partir de la próxima edición de la Champions apuntan en esa dirección. Y tendrán que ser constantes de cara a futuras temporadas. Un mensaje que debe calar del mismo modo en LaLiga de Tebas, una competición deportiva y económicamente devaluada que tendría que aprovechar esta rebelión de ‘los modestos’ para que realmente el fútbol español se reposicione y no continúe languideciendo. Porque, las cosas como son, el problema jornada tras jornada aquí no es la Superliga sino la desigualdad cada vez más evidente a favor de los de siempre.

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