El jugador y su circunstancia

Hugo Guillamón no estaba ni liquidado, ni reducido a cenizas, ni ausente. Solamente no estaba bajo las condiciones más idóneas para que tuviese su brillo propio

Guillamón volvió a ser titular ante el Rayo

Guillamón volvió a ser titular ante el Rayo / sd

Sergio Arlandis

Sergio Arlandis

Dar por liquidado a un jugador es, siempre, algo arriesgado, porque puede resarcirse y hacer que te comas, una a una, tus palabras: es la revancha implícita que el deporte rey puede llevar consigo, cada vez que te pones las botas y saltas al campo. Cada partido es una historia y cada temporada es una gran historia construida a base de pequeñas anécdotas sumadas en torno a un recuerdo global, que une sensaciones, memoria, números y estadísticas. Es decir, combinación peculiar entre lo subjetivo y lo objetivo.

Me quedo, esta vez, con la sensación de que Hugo Guillamón, bien acompañado por el excelente Pepelu, y con tiempo de juego de verdad, ha podido mostrar algo que siempre ha tenido: su calidad y su jerarquía dentro del juego. No estaba ni liquidado, ni reducido a cenizas, ni ausente. Solamente no estaba bajo las condiciones más idóneas para que tuviese su brillo propio. Y esa soledad solo la pueden pasar, con suma prudencia y paciencia, los protagonistas que lo padecen. No va a sacar pecho, lo sé, porque la humildad forma parte de su idiosincrasia, como siempre lo ha demostrado, año tras año, en este club ¿Alguien va a poner esto en duda?

Pero no estamos ciegos: Guillamón ha tenido oportunidades y no han resultado algunas veces ejemplos de acierto; y cuando esto ha ocurrido se ha dicho, pues en la responsabilidad de un jugador profesional está rendir siempre, al máximo nivel. Pero atendamos que esto es fútbol, y que todo aquí tiene una lógica absolutamente incontrolable, irreverente, insurrecta y contestona. A veces crees que va todo bien y no es así, hasta que algo falla (la cabeza, las piernas, el bolsillo o los sueños) y todo debe reestructurarse de nuevo, reordenarse. Los jugadores son seres humanos, no lo olvidemos, y su percepción de las cosas ni es distinta ni está tocada por ningún dios menor: tratan de sobrevivir a la intempestiva realidad de los hechos y al choque emocional de las palabras. Y no somos del todo conscientes de que los contextos también implican resultados: un jugador, dentro de un margen de acción, puede no funcionar adecuadamente, porque no puede o no sabe o no quiere adaptarse a una circunstancia.

Hay quienes saben llevar mejor el silencio roto de las alineaciones que no te ponen ni te ven como opción en el juego. Hay quienes saben sobreponerse a ello, redoblando esfuerzos y corazas emocionales. Y hay quienes sucumben. Hugo Guillamón nos acaba de decir que él ni sucumbe ni se resigna. Tampoco se ha rendido nunca, aunque salieran comentarios al respecto de ello. Quizá bastaba, como decía el filósofo Ortega y Gasset, con entender la existencia humana desde ese Yo que se articula en su Circunstancia. Y ahí, en el fútbol, dio en el clavo el gran Ortega, aunque no tuviera especial interés en el balompié: Guillamón necesitaba un jugador de plenas garantía al lado, como es Pepelu, y una defensa más ordenada, como le garantizan Mosquera y quien esté, por el otro lado. Guillámón necesitaba también un punta que recibiese de cara y unas alas más abiertas para filtrar balones; necesitaba un repliegue intensivo para sacar a relucir su capacidad de colocación y un equipo con verticalidad por bandas para ejecutar con precisión las coberturas. Quizá también necesitaba tranquilidad en el club, pero como eso no lo puede tener, pues que se cree una película mental en torno a la estabilidad del equipo. Bueno, esto lo deben de hacer él y todos.

No pongamos ahora a Hugo Guillamón de ejemplo de superación ni cosas parecidas: esto se da cuando alguien no estaba capacitado para algo y la presión le ha podido. Este no era el caso, más allá de que mentalmente es lógico que los jugadores busquen sus islas emocionales y sus descansos. Guillamón es un ejemplo de lo importante que es entender que una plantilla requiere de buenas piezas en cada puesto, porque la maquinaria falla si por algunos lados la cosa no funciona. Lo mismo le pasa a muchos jugadores de este plantel, que deben verse reforzados por el señor que ordena desde el banquillo y por quienes transforman presupuestos en fútbol, desde los despachos. Este Guillamón es el de siempre, pero ha cambiado su circunstancia. Me alegra pensarlo, como aficionado y me hace reflexionar si, a veces, tal y como funciona este club de la mano de Lim, no estamos convirtiendo tanta calidad en un puñado de escombros, ruinas de lo que pudo ser y no fue: víctimas de la presión, presas de la urgencia y reductos de proyectos poco elaborados. De todos modos, y si por si acaso estoy totalmente equivocado: bienvenido, Hugo, te estábamos esperando con los brazos abiertos y el corazón en un puño.

Suscríbete para seguir leyendo