Arenas movedizas

Trabajar como un cura

Los cambios sociales han dejado viejo al refranero. Los ministros no ganan tanto, las mitificadas vacaciones de los profesores han evolucionado a casos de ansiedad y depresión y hasta los curas andan desbordados de trabajo. Hay uno en Zamora que tutela 43 parroquias

Las nuevas generaciones apenas echan mano del refranero, un recurso que no se aprende en los libros, o no necesariamente, sino que se posa en la lengua como herencia familiar. "Como decía mi madre… [y aquí añádase el refrán que uno guste]". Algunos ya están en desuso, han desaparecido o el paso del tiempo los ha dejado obsoletos. Buena parte de los jóvenes los consideran un modismo viejuno y escasos son los entornos en que coinciden los nuevos hábitos adolescentes —las redes sociales, los videojuegos, TikTok o Twitch— con aquellos proverbios con que Sancho abrumaba a Don Quijote, que afeaba tal costumbre a su escudero. "También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias".

El diccionario de la RAE introduce nuevos términos en la misma medida que la sociedad va desterrando otros, evolución natural en la que el refranero y los adagios tienen las de perder. Hace tres meses encontré una noticia espectacular en La Opinión de Zamora, uno de esos diarios que cuentan las cosas que a menudo pasan desapercibidas en el interior de la madrileña M-30 y que los periódicos generalistas ‘descubren’ tiempo después y aprovechan para cubrir huecos en periodos como la navidad. Al leerla recordé aquello ya superado de "el trabajo de un cura, el sueldo de un ministro y las vacaciones de un maestro", no refrán, aunque sí aforismo arrollado por el anacronismo de la modernidad.

El diario, del grupo Prensa Ibérica, contaba la historia de Teófilo Nieto Vicente, un nombre desconocido en las moquetas de la Villa y Corte, un cura de pueblo en la España vaciada que desde el mes de septiembre atiende a 43 parroquias, lo que le convierte en el sacerdote de España con más pueblos a su cargo. Teófilo es el cura total, un clérigo al que imagino haciendo kilómetros por esas carreteras de Zamora para impartir misa a la carrera, en pequeños templos —algunos derivados del románico— de Alcañices, Nuez, Valer, San Juan del Rebollar, Rabanales... Así hasta 43 parroquias de las 84 que componen el Arciprestazgo de Aliste y Alba. Es de suponer que con tanta misa rebajará el vino del cáliz. El hombre tiene tantos frentes que ha echado mano de un ‘Grupo misionero’, cuyos miembros es justo citar: la monja sor Avelina, José Alberto Sutil Lorenzo (vicario) y Javier Prieto Prieto (diácono cooperador que irá los fines de semana: de jueves a lunes, detalla La Opinión), una especie de Equipo A eclesiástico para no dejar desatendido a un solo feligrés.

Si tenemos en cuenta que un ministro del Gobierno gana 79.415,16 euros brutos al año (un salario elevado cuya responsabilidad conviene poner en contexto con emolumentos similares de otros ámbitos profesionales) o que un 40% de los docentes admite haber sufrido episodios de ansiedad que se han convertido en bajas, dimisiones o abandono de la profesión, las nuevas tareas encomendadas al cura Teófilo acaban poniendo en entredicho la máxima del sueldo, el trabajo y las vacaciones. En el caso de la curia, ya no hay vicario para tanta misa. En 2023, 172 jóvenes ingresaron en un seminario en España y solo 97 fueron ordenados sacerdotes. A lo de trabajar como un cura, ganar como un ministro y las libranzas del profesor comienzan a salirle canas. Ninguna de las tres profesiones puede considerarse un chollo. Aunque siempre podremos actualizar el proverbio: el trabajo de un ‘tiktoker’, el sueldo de un ‘youtuber’ y las vacaciones de un ‘influencer’.