Música para los oídos

Tanto la manifestación del 2 de marzo como la canción a Vinícius forman parte de un todo: la dignidad del escudo y la ciudad

Vinícius Jr en Mestalla

Vinícius Jr en Mestalla / F. Calabuig

Rafa Marín

Rafa Marín

De aquí a la manifestación del 2 de marzo van a haber muchas voces que se pronuncien a favor y también, con todo su derecho, algunas que lo hagan en contra. El debate, dentro de un marco de respeto, es siempre sano y necesario. Sin embargo, más allá de partidarios y detractores, de cara a esta nueva movilización que se prevé multitudinaria lo que tiene que quedar claro es el objetivo. Esta protesta es por el honor del Valencia CF y, por extensión, de la ciudad. De ahí que al partir desde el Ayuntamiento se apele a las instituciones, cuyo papel es protagonista por el entramado urbanístico del que aspira a sacar tajada el broker de Singapur. Nada más. El tiro será equivocado si se pone el foco en conflictos de intereses, en la propia batalla política interna o en cualquier otra consideración que no sea el descuartizamiento de la entidad cívica más importante de la Comunitat.

Y es que la manifestación es un termómetro sobre el sentimiento de la calle, no una herramienta para comprar el club, quitarle al máximo accionista el regalo que se le hizo o agarrarse interesadamente a la cantinela de los que es cierto que llevan décadas queriendo mandar sin poner ni uno. Esto no va de eso. El 2M es una reivindicación del honor del club y la ciudad. Por eso la marcha terminará en Mestalla y tendrá su continuidad en las gradas aprovechando la visibilidad del partido contra el Madrid. Una oportunidad para ponerse en valor y demostrarle una vez más al mundo que de racismo nada, que el comportamiento mayoritario identificando y expulsando a los culpables fue ejemplar, que un escudo como el del murciélago no se puede manosear.

La canción de la Curva, medida al milímetro, es del todo ingeniosa y va en consonancia con la portada más vista de los casi 31 años de historia de SUPER. La pantomima de Vinícius y Florentino como abanderados de la lucha contra la lacra del racismo no se sostiene. Así que lo único que cabe esperar de su visita, si es que finalmente el brasileño viene, es que no se vuelva a tergiversar ni a intentar que Valencia sea el chivo expiatorio. Canta y no llores.

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