Dani Cárdenas, Álex Cantero y un banquillazo

Dani Cárdenas, Álex Cantero y un banquillazo

Dani Cárdenas, Álex Cantero y un banquillazo

El Levante frenó la crispación pero no el desplome con su revolución a medias en Balaídos, donde la sonrojante derrota ante el Elche y los capones repartidos por presidente y entrenador durante la semana se tradujeron en un once de ventanas abiertas por las que entró aire fresco. Más allá de las lecturas, que las hay para todos los gustos, o de si era lo que tocaba otra vuelta de rosca al sistema, quedó claro que los cambios hacían falta. Sin embargo, no fueron suficiente. La falta de contundencia en las áreas, con la sequía de Roger, sigue ahí. Y las desatenciones defensivas son un lastre conocido para un equipo que mereció más, sobre todo en la primera parte. La peor racha con Paco López contrastó con la energía que aportaron las caras nuevas de Cárdenas y Cantero. Lo del portero ya se sabía: Aitor no ha hecho deméritos para perder la titularidad, pero Dani es un diamante y no en bruto que se merece poder demostrarlo después de haber tragado tanta quina. Y lo de Álex, beneficiado por la situación en ataque, fue una sorpresa por su desparpajo y poderío físico. Se quitó con eso la espina de las suplencias de principios de año, la de la lesión y la de aquel día raro en el que le tocó volverse para casa. Y evidenció, con vistas a su condición de jugador del primer equipo este verano, que la oportunidad se la merece.

El paradigmático caso de Morales

Que el Levante es un equipo extremista no admite discusión. Una identidad de picos y valles que se asocia antes a un técnico de culto que a la plantilla. Y es injusto porque en la ecuación, a la hora de despejar la 'x', también hay que contar con los futbolistas. En especial con Morales, un caso paradigmático donde los haya por su tendencia a las montañas rusas, nada impropio de los futbolistas tan distintos y distintivos como él. El Comandante, elogiado por su actitud tras el banquillazo, estuvo sublime cuando cogió carrerilla y acabó firmando su renovación coincidiendo con las semifinales de Copa. No es el único pero solo a De Frutos, el más diferente de la plantilla, se le extraña tanto si desaparece del mapa. Es indudable que el impacto de la no final y el ritmo desquiciante de las lesiones, todas en la medular, ha dejado muchas secuelas. El presidente se plantó en el vestuario y los jugadores, como con los capones del míster, asumieron que se lo tenían merecido. Es normal que Paco esté harto de ser el saco de la mayoría de golpes. Pero estos son días no para alargar el chicle sino para empezar a edificar el nuevo proyecto, cuyos derroteros por cierto van por caminos distintos a esos primeros rumores que apuntan a nombres sin demasiado fundamento. Tanto en el campo como en los despachos hay que encontrar soluciones globales a los problemas individuales.

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