Desde que irrumpió con fuerza en las categorías inferiores Paco Alcácer ha anudado su día a día en torno al arte de culminar jugadas, una disciplina en la que marca diferencias a sus 22 años y que lo desliza a corto plazo como uno de los delanteros de referencia en Europa. El gol es el ingrediente fundamental de su dieta, el auténtico sustento de su marcada naturaleza competitiva. De un tiempo a esta parte, sin embargo, el de Torrent exhibe otras atribuciones, destapándose como algo más que un rematador, un futbolista que participa activamente en el proceso que antes solía finalizar. Alcácer genera fútbol por los cuatro costados. Tanto, que es el mejor socio de los jugadores del Valencia con siete pases definitivos. Si uno echa la vista atrás descubre que desde que arrancó la temporada ha dejado giros exquisitos en lo referente al sentido colectivo del juego.

El primer fogonazo fue puramente accidental, como los grandes descubrimientos de la historia. Nada podía imaginarse el joven delantero cuando armó aquel intento de vaselina ante el levantinista Rubén. En lugar de describir una parábola perfecta por encima del guardameta, el balón salió mordido, debatiéndose con intriga entre el gol, el poste, la posibilidad de tomar la última salida a la derecha o frenar en seco antes de cruzar la línea que actúa de frontera entre la expectativa y la realidad... De pronto Feghouli, llegando desde atrás, fusiló con el alma en el último instante, ya sin portero. Aquello que Alcácer se resolvía a celebrar como un gol y que digerió con cierta dificultad por el hecho de que no llevara su firma -el gol lo es todo para él- cuando lo había hecho todo él, aunque dijese lo contrario, era el comienzo de su versión total.

Piensa a lo grande

Tras aquel chispazo, el primero de un serial que lo consagra como un futbolista más completo, Paco le cogió el gusto a vestirse de ´10´ y es el tercer jugador valencianista que más asistencias de remate lleva en la Liga -20- por detrás solo de Feghouli y Parejo, dos especialistas. Sin descuidar su ritmo anotador -lleva once y subiendo-, el atacante amplía registros dentro y fuera del campo: Neville lo ha nombrado capitán y referencia de un equipo en estado de alarma, con lo que eso conlleva en cuanto a madurez competitiva. Gestos de confianza como este solo ayudan a su crecimiento. A Alcácer la vida le obligó a ir por delante de la media y eso lo exporta a todos los ámbitos, como demuestra esta fase de evolución, habitual en futbolistas en plenitud que tratan de reciclarse en tramos avanzados de sus carreras. A él le queda mucho camino por recorrer y piensa hacerlo a lo grande.

Ante el Atleti fabricó él solo hasta tres ocasiones de gol, su contribución fue clave.

La primera de ellas fue adentro. Al filo de la media hora un buen centro de Siqueira desde la izquierda activó al arquitecto que lleva dentro el de Torrent, amortiguó la pelota entre cuatro rivales y cedió para que fusilara Cheryshev. Era el empate. Minutos después, el Valencia volvió a buscar esta conexión para generar peligro. Un pase a media altura llegó a su ratio de acción y este, de espaldas y al primer toque, en un maniobra al alcance de pocos futbolistas, habilitó de nuevo a su socio, el ruso. Se entienden, eso está claro, pero sus conexiones llegan a todos sus compañeros. Paco es siempre tu mejor socio en ataque, Soluciones Alcácer.

Cada vez más completo

Ante el Celta de Vigo, en un partido difícil de clasificar por el extraño vigor de un equipo en avanzado estado de descomposición, ya en los últimos coletazos de la era Nuno, el de Torrent lideró el ejercicio de rebeldía anotando dos y regalando otro más a Parejo, de primeras, contribuyendo a la fluidez del juego como pocos lo hacen en el Valencia, como siempre. Después desatascó el partido de Copa contra el Barakaldo con un pase que Gayà empujó a la red

Ydías más tarde dejó una auténtica genialidad ante el Barça. En los minutos finales del encuentro, cuando los niveles de energía entraban en la reserva, Alcácer descamisaba a los dos centrales culés con un control exquisito y un pase, de primeras, para que Mina disparara con el alma.

Después llegó el Getafe y más tarde el Granada, con otra construccion colectiva que anotó Parejo después de una arrancada de André Gomes.