El Valencia agoniza (1-0)

Baraja se estrena con una derrota en Getafe, la quinta consecutiva, que agrava la situación de los blanquinegros, sin puntería, penúltimos y sin Gayà, que cae lesionado

Paulista, triste

Paulista, triste / JUANJO MARTIN

Vicent Chilet

Vicent Chilet

No sale el Valencia del lodazal, cada jornada con los pies más hundidos. En un partido de latido acelerado, jugado con brochazos de trazo grueso, siempre en el alambre, Rubén Baraja cayó en su debut contra el Getafe y los blanquinegros quedan bloqueados en la penúltima posición. Una derrota con un peaje terrible, por las consecuencias clasificatorias y por la preocupante lesión de Gayà, capitán y uno de los pocos líderes espirituales que quedan en este club abandonado en su eterno invierno singapurés, en el último acto de la descomposición de un grande de Europa. Como en Valladolid y Girona, el Valencia perdonó en la primera parte, aunque como en esos mismos estadios, Mamardashvili evitó más de un gol hasta la sentencia de Mayoral, aprovechando como tantos rivales la debilidad a balón parado. La situación es límite y obliga a una comunión, o más bien exorcismo, colectivo en los partidos que quedan, sobre todo en un Mestalla que debe convocar toda su fuerza centenaria. En el césped y en la grada, queda el orgullo de cada valencianista por resistir y morir de pie.

Los fallos en los primeros controles, los despejes de mira desviada, los balonazos largos para quitarse el miedo y el frío, para no pensar. Ni dos tipos como Quique y Baraja, de técnica exquisita en su etapa como jugadores, ni la presencia de Del Piero en el palco, lograban transmitir la necesidad de bajar la pelota y respirar. En ese río revuelto, solo los jugadores con más convicción podían salir airosos. Fue así como Foulquier, tras diez minutos de peloteos erráticos, destrabó la defensa azulona en una conducción larga y cedió al primer palo a Justin Kluivert. El extremo neerlandés, el jugador que aparenta conservar mayor frescura mental en un bloque caviloso, optó por un elegante espuelazo para dejar solo a Samu Lino que estrelló la pelota a quemarropa ante David Soria. Casi sin tiempo para lamentarse a los diez segundos el extremo brasileño volvió a intentarlo desde el vértice del área, mirando a la escuadra, pero encontrándose de nuevo con la gran estirada del meta local.

Baraja y Quique, dando instrucciones en un Getafe - Valencia

Baraja y Quique, dando instrucciones en un Getafe - Valencia / JUANJO MARTIN

Pese a los fallos, el Valencia había encontrado la llave para abrir el partido desde los extremos, contra un Getafe que equilibraba fuerzas intimidando con juego directo. Sin embargo, los de Quique se llenaban de tarjetas (tres en media hora) y no llegarían a inquietar a Mamardashvili hasta el tramo final del primer acto. Antes, la tercera para Samu Lino. Djené, tembloroso como un flan, no mide bien el salto en un despeje de cabez. Con el ligero atenuante de quedarle la pelota en la zurda y dando botes, Lino volvió a fallar. Solo a partir del minuto 38, el Getafe se subió a la chepa del Valencia. Primero Diakhaby se cruzó providencial en un remate de Munir. En el córner posterior, Duarte cabecea en plancha y en solitario, desviado por muy poco. Los fotogramas terroríficos de Zorrilla y Montilivi se cruzaron de nuevo en el 42, con Mamardashvili de nuevo agigantándose ante nuevos cabezazos de Munir y Duarte. Muy desbordado en la defensa de los córners, el final de la primera parte fue una bendición.

Kluivert y Fran Pérez

De salida de vestuarios, de nuevo Kluivert, siempre Kluivert. Justin combinó con el muy combativo Hugo Duro, que le devolvió la pared para definir de primeras, sin dudar, fuerte pero muy centrado. El neerlandés, con un nivel de compromiso mayor que la fama que le ha acompañado en su carrera, de talento sin sacrificio, se recorrió medio campo para evitar un remate a placer de Munir.

Fran Pérez, llevándose las manos a la cabeza

Fran Pérez, llevándose las manos a la cabeza / JUANJO MARTIN

Con el duelo muy vivo, la lesión de tobillo de Gayà fue un machetazo anímico. Habría que sobrevivir media hora sin el capitán. Melero López perdonaba a Djené la segunda amarilla, en una entrada muy aparatosa sobre Kluivert. A ninguno de los dos les servía el empate y el partido se abocó a una final partido en dos. Fran Pérez, con la misma picardía y potencia que su padre, entró en el momento oportuno para agitar el desenlace. Le sacó una amarilla a Gastón Álvarez en el tercer duelo ganado. Y Hugo Duro tiraba de astucia para provocar otra tarjeta sobre Alderete. Con un golpeo seco esa falta, en el minuto 77, se la pidió Kluivert, tras debatirlo con Hugo Duro. Una escena indicativa de la reinvención apresurada del Valencia de Lim, sin los Parejo, Soler o Guedes, con jerarquías en continuo cambio.

El partido se rompió definitivamente en el minuto 82, en el enésimo aviso del Getafe a balón parado. Borja Mayoral marcaba un gol que fue un castigo definitivo para un Valencia completamente noqueado, que necesitará algo más que suerte y corazón para esquivar el destino escrito en la peor gestión que se recuerda en un gigante de fútbol.