El fútbol es de los atrevidos (2-2)

Un tanto en el 97 de Berenguer anula la remontada del valiente Valencia, que con descaro llegó a poner patas arriba la Catedral con un gol y una asistencia de Fran Pérez

Fran Pérez celebra su gol frente al Athletic

Fran Pérez celebra su gol frente al Athletic / VCF

Vicent Chilet

Vicent Chilet

En el último suspiro, con el tiempo asi cumplido, el Athletic igualaba el partido en la Catedral con el 2-2 final y dejaba, a medias, el gran partido de un Valencia que con la personalidad de su atrevimiento juvenil estuvo a punto de poner patas arriba la Catedral. El tanto de Álex Berenguer en el minuto 97 aparca los titulares de la que iba a ser, y fue, la primera gran noche de Fran Pérez en la élite. Con su estilo de regateador anárquico de calle, como hacía gala su padre, el gran Rufete, Fran marcaba por primera vez en la máxima categoría y daba una asistía cinco minutos después a Hugo Duro. El joven extremo, al que se le acusaba de falta de gol, de precipitación en el último pase o de excederse en los regates, ponía en órbita al Valencia en lo que se antojaba un triunfo de prestigio para la Quinta del Pipo. Un bloque que pese a su juventud demostraba dos grandes virtudes. Levantarse tras el gol de De Marcos y sufrir el asedio final de los leones hasta la herida final en el 97. Pese al dolor, la lección de los blanquinegros es válida. El fútbol es de los atrevidos y con esa audacia, con todo el campeonato por delante, el Valencia ha recobrado el respeto en el campeonato.

Por el escenario, por la actitud de los 22 jugadores, el partido entre Athletic y Valencia parecía más propio de un duelo de Copa inglesa. Esfuerzo y generosidad, jugadas de ida y vuelta y futbolistas con descaro y personalidad. El Valencia saltó a la Catedral queriendo ser protagonista, sintiéndose local. Muy bien plantado, con presión alta y ritmo de vértigo, con circulación frecuente por los extremos.

Avisó pronto el equipo de Baraja, vacunado de aquel pésimo inicio en Mendizorrotza. Era Fran Pérez el que buscaba el cabezazo al segundo palo de Amallah, que no llegó a conectar. La pelota llegó a Gayà, que la mandó al palo contrario en el que Hugo Duro sí lograba cabecear, pero desviado. Seguiría avisando el Valencia, dominador pleno del primer cuarto de hora. Se escapaba esta vez Diego López. Entre todos los pases posibles, vio en el segundo palo la entrada de Amallah. Con poco ángulo, el marroquí remató seco y entre palos, pero De Marcos despejó bajo palos.

La valiente salida del Valencia conllevaba un riesgo evidente, con los espacios que el Athletic podía contar a la contra. Nada más empezar el partido Javi Guerra ya tuvo un duelo de velocistas con Nico Williams. En la otra banda, Gayà sometía a Iñaki Williams a un marcaje más pegajoso que un tango. Insistieron los leones por esa vía, la única en la que podía romper el encuentro con un Valencia no siempre cómodo en el repliegue. En el 21, Iñaki, cansado de chocar contra Gayà al apurar la línea de fondo, recortó a pierna cambiada y lanzó un potente zurdazo. Mamardashvili sacó los puños fuera, como Mazinger Zeta, para aplazar el primer tanto rojiblanco. De nuevo por la derecha lo intentó en el 26 el Athletic, con otro balón al espacio ganado con autoridad por el mayor de los Williams. Solo ante Mamardashvili, el portero georgiano salvó milagrosamente.

A la tercera fue la vencida, por el mismo flanco. Fue esta vez Nico quien vio el pase a De Marcos, habilitado por la posición de Mosquera. La lógica invitaba al pase atrás, pero el veterano lateral se vistió de delantero para batir a Mamardshavili por debajo de sus piernas, por el palo corto, por donde nadie lo esperaba.

Amallah intenta frenar a Iñaki Williams en carrera

Amallah intenta frenar a Iñaki Williams en carrera / Athletic

Se repuso bien el Valencia, que acumuló merecimientos para empatar antes del descanso. Ya sucedió en el Sánchez Pizjuán o en Son Moix. A diferencia de la temporada pasada, el Valencia responde bien a golpes que hace pocos meses le tumbaban en los primeros asaltos. Evitó el premio Unai Simón. En el 37 era Diego López el que amagaba con disparar para filtrar un pase muy inteligente a Hugo Duro. Unai despejó a córner. En el 39, era Javi Guerra el que veía a Amallah, cuyo disparo raso fue repelido con la pierna derecha a córner por el guardameta internacional.

La actitud y las intenciones del Valencia eran las idóneas, pero en la segunda mitad tendría que mejorar la contundencia en las dos áreas. La mayor necesidad y el desgaste físico iban a dejar el partido en el alambre, tan cerca del empate como de la sentencia athleticzale. Era Diego López el primero en intentarlo, al ganar un duelo y llegar hasta línea de fondo. Sin embargo, el centro raso y tenso mandado por el de Turón que no encontró rematador. Sergi Canós entró como revulsivo, por un Amallah cansado y con una amarilla.

El partido era una moneda al aire. Dani García embocaba una volea furtiva, sin dejarla caer, que no fue gol entre la estirada de Mamardashvili y la alianza con el larguero. Pero el atrevimiento iba a tener premio. En el 62, Fran Pérez, el regateador incansable, se quedaba solo ante Unai Simón tras ser habilitado por Hugo Duro. El hijo de Rufete definió con frialdad. Un gol que hacía justicia. Quedaba media hora y empezaba a llover sobre San Mamés, el partido estaba precioso. Fran tuvo el segundo en un cabezazo forzado. Acto seguido Javi Guerra veía el desmarque de Hugo Duro, que no logró desbordar en el regate a Unai Simón.

Locura final

No se iban a rendir Fran Pérez y Hugo Duro, que combinarían en el 68, para que el getafense colocase de espuela el segundo. En seis minutos el Valencia había remontado. Baraja quiso enladrillar el resultado con la entrada de Hugo Guillamón y Foulquier, que ya fueron las opciones escogidas desde el banquillo ante el Cádiz. El joven Valencia del Pipo iba a tener que sufrir la heroica del Athletic. No contaría en esa resistencia con Hugo Duro, que cayó lastimado del hombro en una carga con Iñaki Williams. Los blanquinegros acunaron el desenlace con la pausa de Javi Guerra, que juega con la clarividencia de un veterano que se sabe todos los secretos del viejo juego inglés. Hubo incluso opción para el tercero, con amagos de contra sin mucha determinación. Cuando la heroicidad ya parecía cerrada, la Catedral rugió en el minuto 97, cerrando dolorosamente un partidazo.