El mejor secundario de la plantilla le arregló la vida al Valencia en la Copa, el torneo perfecto para aprovechar recursos y rodar a futbolistas que acaben sumando aquí y allá. Es lo que hizo Manu Vallejo, artífice de una victoria justa en la que el equipo se despeinó lo justo y a la que el gaditano imprimió su sello. Su cara apareció en los dos goles. En el primero como asistente tras lanzar una contra con la que se abrió la lata. Y en el segundo con una falta directa para cerrar un partido que sin llegar a plácido tampoco tuvo ningún tramo angustioso. El Alcorcón, en zona de descenso a Segunda B, mantuvo vivo el fuego a base de leña, no la que se quema sino la que se reparte. Sin embargo, a falta de un cuarto de hora se apagó la última llama.

El tempranero gol de Koba Lein fue un buen presagio de lo que parecía que iba a ser un paseo en trineo. Sin embargo, aunque tuvo oportunidades para haber sentenciado antes, el Valencia las falló todas. Esa falta de eficacia fue la que dio pie a un desenlace más apretado en el marcador que por lo que realmente ocurría en el campo. Uno detrás de otro rozaban el segundo Mangala, Álex Blanco y sobre todo Racic, que disparó dos veces al palo. La primera vez con 0-1 y la segunda ya con el 0-2 a partir del que al Alcorcón no le quedó otra que esperar a que el árbitro pitase el final.

Siendo cierto que nadie se pondrá a tirar cohetes, es un hecho que el Valencia mejora. Al menos lleva tres partidos ganando, la mejor racha con Javi Gracia, y con el drama aparcado. Superado el del Terrassa, a la postre su particular Alcorconazo, el equipo mantuvo su línea ascendente en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas frente a un rival muy débil que no se repuso de la primera banderilla. Se la clavó el joven Koba, otro producto como Yunus de la factoría Longoria y tal vez el secundario que junto a Vallejo más méritos acumula a la hora de opositar a protagonista. A expensas de la vuelta a LaLiga, de momento el premio por haberse enderezado a tiempo son los octavos de final de la Copa, la eliminatoria a partir de la que el torneo empieza a coger temperatura. Hace un mes cualquiera habría firmado no quedarse en el camino.

La posibilidad de coger al Valencia en un renuncio se esfumó pronto para un Alcorcón que no podía estar peor colocado cuando Manu Vallejo lanzó un contraataque de un solo pase. Con muchos metros pero ningún defensa por delante, Koba cogió velocidad después de haber despegado como un avión, aunque en pleno vuelo dejó inteligentemente de correr. Con el campo helado, una pista de patinaje, a sus 19 años tomó una decisión clave. La media salida del portero, en zona de nadie, era una invitación a que probase desde fuera del área con un pase a la red. Se demostró como la alternativa más segura y eficaz para cantar bingo.

Pese a los renuncios de Hugo Guillamón en los primeros compases, con amarilla y peligro de autogol del minuto cero al tres, el Valencia apenas se expuso a ningún golpe más de mala suerte. Sazonado con una retahíla de suplentes, el Alcorcón asumió su inferioridad y se dedicó a hacerlo lo mejor que pudo. No fue mucho, lo que permitió un partido en el que para el Valencia lo peor fue el frío y el riesgo de que a alguien se le rompiera una pierna. En especial a Guedes, fuera del circuito de rotaciones. Con la nieve almacenada en las orillas, las florituras estaban vetadas. Más que botas lo que hacían falta eran cuchillas para no caerse. Y el portugués, de cuarentena ante Cádiz y Valladolid por aquella autoexpulsión, se pasó medio vida en el suelo. Unas veces porque se resbalaba y otras porque lo atropellaban.

El Valencia se hizo pronto con la pieza aunque tampoco es que tuviese opción a divertirse durante la cacería. Aunque la iniciativa y la posesión las llevó siempre, las ocasiones se hicieron de rogar. La mejor y también la única desde el gol hasta el descanso la tuvo Vallejo. Chispa, un viejo conocido, se lanzó a tumba abierta para neutralizarlo. Una manera arriesgada pero efectiva de taponar un disparo desde el área pequeña con el portero vencido. El Alcorcón volvió del descanso respondón y aunque no duró mucho ahí se abrió un partido racheado. Cristian Rivero se quitó el frío con varias paradas en las que se empleó con agilidad, aunque el equipo de Anquela no pasó de ese coletazo. Ya no es tan fácil que el Valencia, mucho más serio de lo que acostumbraba, se meta en líos.

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