Opinión

La sensación de un cambio radical en el entorno del Valencia

Para criticar la nefasta gestión de Meriton desde agosto de 2019 no hace falta inventarse o exagerar nada, simplemente contarlo

Los jugadores del Valencia celebran un gol

Los jugadores del Valencia celebran un gol / Francisco Calabuig

El entorno del Valencia puede ser uno de los más complicados que haya en el mundo del fútbol. Lo somos, no nos vayamos a enfadar ahora por esto o sacar una piel fina de la que nos olvidamos tantas veces. Somos exigentes, inconformistas, nos gusta ganar siempre (de hecho hay una generación criada en la victoria, que eso no es habitual en este club) y no nos gusta que las cosas no vayan como queremos. Eso ha sido así siempre, desde que yo tengo uso de razón valencianista al menos. Aunque de un tiempo a esta parte, esa sensación que hemos dado de bandos enfrentados se ha llevado a un extremo absurdo y muy peligroso, elevando la tensión social a cotas impresentables, de las que todos nos tendríamos que sentir profundamente avergonzados. 

El último año ha sido especialmente salvaje, con señalamientos a quien no pensaba de determinada manera por parte incluso de la opinión pública (la deriva que estamos tomando los periodistas no es nuestro trabajo, y nos pasará factura antes o después a todos los niveles), dando por sentadas verdades que sólo eran intereses partidistas, y no necesariamente la realidad de las cosas. Para criticar la nefasta gestión de Meriton desde agosto de 2019 no hacía falta inventar o exagerar nada, simplemente contarlo. Y en ese nicho, muchos han encontrado un hueco por el que meterse para intentar “hablar de lo suyo”, que los políticos, al menos algunos que se han señalado de forma pública ellos mismos, tampoco han hecho su trabajo, sino que han azuzado más el fuego para ver qué rédito se podía sacar.

El Valencia de Peter Lim sigue siendo lo que es, y si el máximo accionista vendiera mañana, sería mucho mejor para todos. No ha hecho lo que tocaba con respecto al campo y se ha encontrado un décimo del Gordo de Navidad premiado con el dinero de CVC. Y que encima tiene la obligación de gastar en el Nuevo Mestalla. Y ya puestos, se ha encargado a muy buenos profesionales el desarrollo del proyecto, tanto a nivel urbanístico, como financiero y de plan de negocio. Porque a veces, el Valencia, aunque mande Meriton, hace las cosas bien. Y resulta que hemos fichado a un buen entrenador, que no es perfecto, como todos, pero que nos ha hecho mucho mejores de lo que éramos, y que nos traslada la sensación de que aún puede hacer mucho más a poco que se le haga un poco de caso.

Y hay una afición que sigue queriendo ir a Mestalla, que está deseando que esta maldita pandemia termine ya de una vez y no se tenga miedo a nada. Y jugadores de la casa, que aunque no va a ser fácil, se quieren quedar en el club. Estamos muy lejos de ser un ejemplo de nada como entidad, por desgracia, pero tampoco somos el caos absoluto que se ha querido transmitir para poder tirar más gasolina a un fuego que ardía sin necesidad de que se hiciera nada más. El entorno, especialmente mediático, ha empezado a rebajar el tono de tensión, y eso es algo que se agradece profundamente, aunque tengo claro que siempre habrá francotiradores apostados esperando el más mínimo error. Que el Valencia vaya bien, y a este Valencia se le puede y se le debe exigir que vaya mucho mejor en todos los sentidos, es bueno para todos, no lo olvidemos ninguno, que parece demasiadas veces que nos regodeemos cuando todo va en caída libre y sin frenos. Que todos tengamos un feliz año 2022, y que esta noche, los Reyes Magos de Oriente, nos traigan las cosas que hemos pedido. Aunque algunas sean inmateriales, que siempre son las que más cuestan.