Opinión

Un refuerzo futbolístico y también sentimental

Nueve años después, Iborra vuelve en el momento en el que más se puede necesitar su liderazgo y consistencia, aunque el fichaje va mucho más allá en clave de ilusión

Vicente Iborra, en su visita a SUPER en 2012

Vicente Iborra, en su visita a SUPER en 2012 / F . CALABUIG

A falta de solo dos semanas para que vuelva la competición, el Levante apura la recta final de la pretemporada con una plantilla cada vez más diáfana y un estilo de juego, a falta de los retoques y evolución lógica que se dará semana tras semana, que también está muy definido.

La amarga salida de Morales tuvo el contrapunto de la renovación de Pepelu, en una operación recibida con entusiasmo mayoritario. Con un referente ya seguro, otros activos como Cárdenas o Roger aparecen como referentes actuales del levantinismo. Eso sí, con la incertidumbre que puede provocar un mercado que funciona a tirones pero que seguro cogerá algo de velocidad conforme el campeonato emerja en el horizonte. De los dos, es sin duda el de Torrent el que más opciones tiene de salir. Con contrato en vigor, el Levante mantiene el control sobre un futbolista al que hay que entender que pueda desear seguir en Primera. Al contrario que con Morales su salida daría oxígeno a las arcas y su hipotético adiós sería recibido con más nostalgia que cabreo.

Sin desdeñar las incorporaciones realizadas hasta el momento, el nombre de Iborra es el puntazo del verano. La llegada del centrocampista de Moncada ha levantado si cabe algo más el punto de la ilusión granota. La afición del Levante logró superar el momento más álgido de la depresión tras el descenso con una coherencia y madurez pasmosa. El mejor reflejo fueron las colas de gente en las oficinas para retirar su abono. El sentir a pie de calle es que la cuenta atrás para volver ya está en marcha y que ante el Huesca se ha de iniciar el camino. Con la resignación de poder perder a futbolistas de calibre, aunque no evitaron la pérdida de categoría, se necesitaba desde el club dar un golpe de efecto moral y aquí Iborra lo hace con desbordante energía.

Y es que nueve años después, el reencuentro con el mediocampista se antoja como un eslabón indispensable para seguir pegado el club y su gente. A todo ello se le suma su aportación como futbolista. Liderazgo y consistencia para la plantilla de un jugador que ha podido saborear títulos en Sevilla y Villarreal y que nunca ha escondido su amor al Levante, sobre todo su deseo de poder volver a jugar al Ciutat como granota. Aunque en épocas anteriores siempre se especuló sobre ese retorno, los momentos no fueron propicios como hasta ahora. Iborra vuelve en el momento en el que más se le puede necesitar. Hubiera sido más sencillo esperar un año y ver acontecimientos. Hacerlo ahora es perderse un año en Primera, renunciar a jugar en Europa, estar en un bloque en el que con más o menos minutos, lucharía por ganar algún título. Ahora llega para jugar en Andorra, Ponferrada o Ibiza pero lo hace con la camiseta del equipo que ama, y eso está por encima de todo. Como el aficionado de pura cepa, que estará al lado del Levante contra el Real Madrid, el Valencia, el Cartagena o el Mirandés.

Hay que destacar el trabajo del club en esta gestión y en especial, al cabecilla en la parcela deportiva, Felipe Miñambres, que ha sabido explorar las posibilidades reales para conseguir un fichaje con tanta carga sentimental y futbolística. Y que conste que Iborra no llega para hacer olvidar a Morales, vale mucho más que eso.

Todo esto no ha de hacernos olvidar que las salidas siguen ahí y que deben producirse. De Frutos, Campaña o Melero son algunos de los nombres más comentados y con posibilidades de cambiar de aires. Con un divorcio ya evidente por ejemplo con Campaña, el club asume que no ingresará la cantidad de dinero que hubiera querido y el punto medio será la solución que interese a las dos partes aunque excesivamente dilatada en el tiempo. Malvender no va a ser una opción.

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