Como animales

Disparo de falta de Kluivert en el Betis - Valencia

Disparo de falta de Kluivert en el Betis - Valencia / José Manuel Vidal

Andrea Esteban

Andrea Esteban

La razón es aquello que diferencia a los seres humanos del resto de animales. La capacidad de ser conscientes de nuestros instintos automáticos que nos llegan constantemente de todas las partes de nuestro cuerpo, nos permite tener el control para decidir qué es lo que queremos que nos domine. Nuestra elección reside en elegir cómo queremos actuar, dejarnos llevar por nuestros instintos es tener una recompensa puntual, y frenar ese impulso utilizando nuestra parte consciente es actuar bajo el dominio de la razón. Nuestro cerebro además, tiene una importante base de datos, en la cual podemos almacenar mucha información realmente válida para nuestro futuro. Esta memoria hace que podamos aprender de cada una de las experiencias que vivimos, ya que si volvemos a enfrentarnos a una situación similar a la ya vivida, podemos buscar en nuestro memoria y saber cómo actuamos en el pasado, qué decisiones tomamos, cómo gestionamos esa situación y qué resultado obtuvimos. Nuestra consciencia y nuestra memoria nos permite principalmente aprender para no equivocarnos constantemente, para no tropezar dos veces con la misma piedra, para saber que si estamos caminando sobre un precipicio debemos cambiar el camino, buscar una solución y alejarnos del peligro.

Si el Valencia no es capaz de almacenar en su base de datos la temporada actual, correrá el riesgo de repetir aquellas decisiones que le han llevado a certificar su permanencia en la máxima categoría en el descuento de la última jornada de liga. El club de Mestalla debe aprovechar la oportunidad para aprender y decidir qué camino quiere recorrer. Ese camino puede ser más o menos sinuoso, lo puede recorrer acompañado o solo, y puede estar dirigido de una mayor o menor manera por el líder encargado de decidir por dónde ir y con qué ritmo se debe caminar.

Si ponemos el foco en el aspecto puramente futbolístico, podemos hacer un balance de la temporada e intentar analizar qué es lo que ha intentado hacer sobre el terreno de juego el equipo valenciano, qué es lo que ha conseguido y qué es lo que ha recibido a través de su propuesta. Pienso que los de Mestalla no han tenido una identidad invariable, han ido cambiando su piel dependiendo del momento de la temporada en el que se encontraban, y cuando actúas de esta manera, llega un momento que no sabes quién eres, te cuesta decidir porque no eres uno mismo, te conviertes en un jugador que puede mostrar dos caras completamente diferentes, siendo complicado en momentos de urgencia saber cómo debes vestirte, y ahí es cuando te equivocas, y mucho.

El Valencia comenzó la temporada vistiéndose de Manchester City, sin serlo, y sin tener jugadores con las cualidades y las capacidades para que con esta propuesta pudiesen sacar su máximo rendimiento. Quiso proponer, y es algo que puedes hacer para atraer al rival, hacer que venga a apretarte lejos de su portería, tentar al oponente para que caiga en una trampa, hacerle venir a presionarte cerca de área propia con el objetivo de crear un espacio a sus espaldas que atacarás siendo vertical y buscando portería rival. Verticales y profundos, es la esencia del club. Sin embargo, su propuesta fue excesivamente conservadora con la posesión del balón, corriendo mucho riesgo, y jugando la mayor cantidad de tiempo en campo propio, en lugar de en campo rival. Esto terminó poniendo nerviosa a la afición y a los jugadores, porque los errores llegaban y los resultados no. Cuando quiso cambiar, el entrenador no creía en lo que proponía y se notaba. Si no crees en lo que propones, no puedes hacer que tus jugadores crean, es imposible, y su tiempo acabó. Llegó entonces el momento de cambiar la piel, y el club de Mestalla se vistió de Burgos (equipo recién ascendido a la liga SmartBank, siendo el equipo menos goleado durante más de la mitad de liga gracias a su gran nivel en el momento sin balón). Su principal objetivo la segunda parte de la temporada fue reducir al máximo la cantidad de goles encajados, disminuyendo también la cantidad de ocasiones claras recibidas, ya sea por mérito del rival o por un regalo en forma de error por parte propia. El equipo se juntó, cerró líneas, le dió al rival la responsabilidad de atacar, y con un esfuerzo y compromiso defensivo alto intentó hacer partidos largos en los que le tocaba defender con agresividad e intensidad, esperando su oportunidad ofensiva saliendo rápidamente en transición. Bronco y copero, es lo que define al Valencia. Al principio los resultados no llegaban debido a que el bloque defensivo se situó con demasiada altura, dejando mucho espacio en campo propio al rival. En el momento que esa línea defensiva bajó su altura, los resultados empezaron a llegar, el Valencia se convirtió en un equipo difícil de superar y la afición volvió a verse reflejada en esos jugadores que deben dejarse la piel cada fin de semana. Pero deben dejarse su piel, no la piel de otros.

El modelo de juego puede cambiar, de hecho pienso que tiene que ser vivo, adaptativo y variable. La propuesta depende mucho del quién la transmite, quién la lleva a cabo, el contexto en el que se plasma, quién tienes en frente y el entorno que la juzga. Sin embargo, debemos de tener una cosa clara, y es que la esencia es invariable, la identidad no se toca. El Valencia no la ha respetado esta temporada y debe aprender de ello. El Valencia debe de ser fiel a su pasado, debe de respetar su historia, debe de mirar atrás y planificar un futuro con unos objetivos claros, con una exigencia real y con una dirección clara. Se debe determinar cuáles serán los recursos y exponerlos de manera transparente y sincera. Unas exigencias irreales pueden hacer mucho daño. No se le pueden pedir peras al olmo.

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