Puntos contra insultos

El que avisa no es traidor y antes de perjudicar a su club, el aficionado se lo pensaría

Árbitro del Lille-Metz

Árbitro del Lille-Metz / EFE

Juan de Dios Crespo

Juan de Dios Crespo

Desde hace tiempo se paga con puntos, al menos en algunas ligas, los errores presupuestarios, el famoso Fair Play Financiero. Como en Inglaterra, donde el Everton ha sido, otra vez, sancionado por faltar a sus preceptos. Pero esta semana de lo que se trata es de reducir la bolsa de puntuación por motivo de racismo.

Y, en efecto, esta vez ha sido en Francia, donde el SC Bastia, un histórico de la isla corsa, se ha visto sancionado con un punto menos por insultos de algún aficionado contra un árbitro asistente. «Vete a tu casa, árabe», le espetó el hincha al Sr. Mehdi Ramouni, y esto fue recogido en el acta y llevado al Comité Disciplinario de la liga de fútbol profesional (LFP).

El comité no tardó en dar su veredicto que, como siempre, parece poco a algunos y mucho a otros, que es en lo que trataremos de ahondar a continuación. Un punto menos al Bastia, que le deja en la decimotercera posición de la segunda división francesa. No sé qué podría pasar si los corsos bajan a la tercera categoría por un punto, ese punto que el vociferador lanzó al asistente magrebí.

El SC Bastia aún no ha dicho esta boca es mía, ni aceptando ni apelando, por lo que creo que se lo están pensando mucho. Por un lado, si apelan sería porque no es un oficial del club, ni un jugador el que insultó, por lo que parecería justo que no hubiera sanción contra éste, sino que se buscara al culpable y se prohibiera, por ejemplo, volver a entrar en un estadio.

Pero esa famosa responsabilidad objetiva que tienen las entidades deportivas hace que les recaiga en los (ya pesados) hombros, cualquier situación colateral. Aquí, quizá, deberían abrir ellos mismos expediente y castigar al socio o aficionado, aparte de lo que pudiera hacer la justicia deportiva.

Por ello, a algunos les parece un castigo excesivo, una losa que podría llegar a ser durísima, si ese punto faltara al final de la temporada, para bajar o para subir de categoría. Y, del otro lado, se estima que hay que educar, y que la educación pasa por el castigo. Es interesante ver que quienes apoyan más el castigo como modo de educar son casi siempre los que no ven adecuado esa educación si existe pena de prisión, porque son esas voces, divergentes en sus propias opiniones, que se han levantado en Francia.

Entonces, ¿sí vale la educación con castigo en el caso del fútbol, pero no en el caso de la delincuencia? Obviamente no son temas similares pero el fondo parece el mismo. No quiero meterme en ciénagas sociopolíticas sino solo mostrar la dicotomía existente en las personas cuando se trata de dar opiniones, que se contradicen dependiendo de qué caso se trata.

Y, entonces, ¿cuál sería la mía? Creo que, como ocurrió tras la tragedia de Heysel y la prohibición a los clubes ingleses, culpables o no, de competir por cinco años en Europa, la durísima sanción tuvo efectos y los británicos son, aunque todavía impetuosos en ocasiones, mucho más suaves, sabiendo lo que les espera si se pasan de la raya.

Por lo tanto, estoy a favor de sancionar, aunque en este caso había reincidencia racista en Córcega y por ello el punto de sanción. En España, el famoso caso del plátano con Etoo podría haber tenido consecuencias deportivas también. Aunque, a mi entender, la primera sanción debería ser económica al club y al individuo, y deportiva a este último.

Luego, si hubiera reiteración, es cuando habría que tomar ya medidas de sanción con reducción de puntos. El que avisa no es traidor, como mantiene el dicho, y antes de perjudicar a su club, el seguidor se lo pensaría, porque tampoco sería muy bien recibido en su propio lugar de residencia…

Es un conflicto casi filosófico el que aquí se dirime, pero sin duda uno de los que van a tener recorrido en el futuro, donde no se darán ya situaciones de racismo, sexismo, fobias y otros animales, que se están cuidando mucho en el deporte, como en los Juegos Olímpicos donde los rusos que no hayan ‘renegado’ o hayan apoyado a la guerra en Ucrania, se han visto relegados a estar fuera de aquellos. De momento, no hay ninguno inscrito…

Acabo con una recomendación, la de la última novela de Stephen King, para rebajar el tono serio, ‘Holly’, una escabrosa historia que no por parecer increíble se deja de leer con fascinación. Disfrútenla y cuídense, que el Covid, aunque menor, sigue ahí…

Suscríbete para seguir leyendo