Opinión

Hugo Duro merece todo lo bueno que le pasa

Hugo Duro, contra el Getafe en Mestalla

Hugo Duro, contra el Getafe en Mestalla / F. Calabuig

El fútbol a veces olvida rápido. Hugo Duro pasó de vivir un momento dulce con el 1-1 en la final de Copa contra el Betis, a pesar de la derrota final, a tirarse un año en el banquillo marcando un solo gol y viendo como un delantero con la mitad de ganas que él acumulaba minutos y minutos. Cavani le robaba el puesto a pesar de que había hecho merecimientos la temporada anterior pero este año todo ha vuelto a la zona natural. A su sitio. El ariete, sin penaltis, ha dejado claro que es el delantero sobre el que construir este equipo. El gol de ayer es un tanto de delantero que tiene confianza. Miró a los ojos a David Soria, un portero que sí controla ese tipo de situaciones y evidenció que está preparado para soportar la presión de abrir la lata. De abrir el marcador, algo que también hizo contra el Real Madrid hace tan solo una semana. La mejor de las noticias es su actitud ante la vida. Estable fuera de los terrenos de juego, concentrado en el campo y trabajando siempre en cada jugada. Es incansable en la presión y es que Hugo Duro es mucho más que goles. Es esa presión tirada con el alma, es esa bronca al árbitro para que pite el final, ese animar al compañero cuando lo necesita y ese recuerdo rápido tras marcar gol directo para Diakhaby. Un delantero sin un peinado extraño y con la cara de no haber roto un plato en su vida. Pero esa pillería la aprovecha para ir sacando faltas y lanzando al equipo. En definitiva, él es el delantero que todos quieren ser. 

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