Opinión

Los ‘días perfectos’ de Pepelu

Fontanero antes que futbolista, líder invisible de un bloque forjado a contracorriente

Pepelu celebra un gol con el Valencia en Mestalla

Pepelu celebra un gol con el Valencia en Mestalla / F. Calabuig

José Luis García Vayá, Pepelu, limpia, ordena y equilibra el juego del Valencia con la misma rutina monacal con la que transcurren los días del señor Hirayama, el protagonista de Perfect Days, la última película de Wim Wenders. La vida austera, pero a su vez plena, de un empleado del servicio de limpieza de los aseos públicos de Tokio, que ejecuta de forma impecable su cometido en una existencia construida de pequeñas y rectas costumbres. Apenas habla, pero observa y procesa todo lo que ocurre a su alrededor con la misma meticulosidad con la que escucha cintas de cassette, humedece bonsais, fotografía árboles con una cámara analógica o devora clásicos en libros de segunda mano, alejado del aullido de la megalópolis.

Pepelu, como el señor Hirayama, parece despertarse y accionar sus hábitos ascéticos cuando el vecino empieza a barrer las hojas secas en la calle. En un Mestalla siempre en erupción, en este juvenil Valencia que ataca y defiende tan desenfrenado en kilómetros y entusiasmo, desde su muralla zen Pepelu inyecta la estabilidad que da sentido a toda la escena. Ajeno a prisas, aspavientos y efectismos cancheros, cumple con pulcritud el oficio y sus partidos son siempre de 7. Con independencia del resultado, tras cada encuentro culmina la rutina con un puñado de kilómetros con la bicicleta estática. «No es fácil convivir con mi rutina militar», le contaba hace poco en una entrevista a Inma Lidón.

La influencia de Pepelu es la del actor secundario sin el cual se desploma toda la trama. Su fútbol explica que los partidos de Mestalla vuelvan a cumplir con ritos previsibles. La victoria por la mínima y la portería a cero últimamente llegan casi con la misma puntualidad que escuchar a Nino Bravo cinco minutos antes del inicio de cada encuentro. Su fichaje es el más trascendente de los últimos años. Lo sabe Rubén Baraja, también un mediocentro clásico, la demarcación sin la que el Valencia sobrevivió en los últimos 4 años.

Sobre la limpieza orquestal de Pepelu, fontanero antes que futbolista, líder invisible de un bloque forjado a contracorriente, podría pivotar el futuro de un Valencia armado desde la cantera, complementado con piezas de calidad y de crecimiento sostenible, que desde la Conference League volviese a reconquistar Europa. Primero tomamos Yaroslavl, luego París. Pero Peter Lim ha perdido todo el beneficio de la duda y la única esperanza es que, antes de su salida, no arrase con este Valencia trabajado con paciencia de orfebre por Baraja. Otro acto de justicia sería la presencia de Pepelu, como también de Hugo Duro y hasta Mosquera, mañana viernes en la convocatoria de la selección. De no llegar la llamada, Pepelu seguirá cumpliendo con su cometido con el habitual perfeccionismo, como el señor Hirayama. Tampoco Perfect Days ha sido premiada con el Oscar.

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