Opinión

En el nombre del gol

El público es soberano y libre pero con Danvila hay que darle tiempo al tiempo

Los jugadores del Levante UD se lamentan por una ocasión fallada en el duelo contra el Andorra en el Ciutat de Valencia

Los jugadores del Levante UD se lamentan por una ocasión fallada en el duelo contra el Andorra en el Ciutat de Valencia / JM LÓPEZ

Cada semana se hace más complicado tratar de dar una visión de lo que es este Levante, y mucho más de lo que se espera de él. Si antes del partido frente al Sporting las expectativas no eran excesivamente halagüeñas, tras ese encuentro, la luz de esa bombilla que empezaba a perder intensidad ganó algo de color. El Levante volvía a retozarse, a evidenciar que podía llegar a algo más y con un partido todavía menos en el casillero. La ocasión era buena. El Andorra, anclado en las profundidades de la tabla, parecía un rival propicio, con la complejidad que todos sabemos que engloba la Segunda División, para sumar otros tres puntos, que no iban a dar un salto cualitativo en la tabla, pero sí a nivel de números.

Y de nuevo, esta situación que tantas y tantas veces se vivió la pasada temporada, la pesadilla se hizo real. Con muchos cambios en el once, promovidos por una semana excesivamente ajustada, y que no ha ayudado, el Levante fue incapaz de doblegar al equipo del Principado, que sobre todo en la primera mitad, llegó a inquietar en demasía la meta granota. Punto congelado que no sirve para mucho, salvo que el fin de semana en Burgos el equipo sea capaz de embolsarse la victoria. La realidad es que, aunque queden todavía muchas jornadas por delante, hay que hacer un gran ejercicio de conciencia para pensar que este bloque va a ser capaz de concatenar tres triunfos consecutivos. Y no es por ganas ni deseo, creo que los jugadores y el cuerpo técnico lo intentan, pero se sigue sin dar con la tecla, y la mejoría o reacción que debería haber llegado tras la destitución de Calleja no termina de cristalizar.

Al bloque le sigue faltando gol. La explosión y eclosión de Fabricio es un soplo de aire fresco, aunque reconozco que, en cada carrera, todos contenemos la respiración para que no caiga lesionado. Dani Gómez ha vuelto a situarse en el ojo del huracán de la grada. Con un individualismo innato, el delantero, que tiene, aunque no lo muestre de manera regular, grandes detalles, está seco de efectividad. Su desmesurada conducción con el balón enerva los ánimos de una parroquia que ya lo ha situado en el radar desde ha mucho. Bouldini, lejos de su versión física más óptima, debe de ser el delantero referencia. Y no lo digo de forma gratuita, sino porque al inicio de esta temporada fue la referencia indiscutible. Ya sean los tres, o alguno de ellos, el Levante los necesita. Sin goles la gesta será utópica.

A todo esto, se le une una situación que a nivel social también presenta un alto grado de movimientos. La teórica fase de estabilidad por la que ahora mismo debe atravesar el club tras la conversión de Danvila en como máximo accionista ha vuelto a crear un cisma entre una parte de la afición y la entidad. Los cánticos en el choque ante el Andorra fueron repetidos durante diferentes fases. El público es soberano y libre, pero ahora mismo, creo que hay que seguir dando tiempo al tiempo, para poder valorar el trabajo y la gestión de Danvila. Lo comenté hace tiempo y lo ratificó. Poner dinero es mostrar hechos. Otra cosa será luego si se hacen las cosas bien o mal, pero sin efectivo es imposible comenzar y Danvila lo ha hecho, con un patrimonio personal en juego. Eso no lo hace cualquiera y a mí, hasta ahora, me merece todos los respetos. Paciencia.

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