Opinión

El ascenso, tan cerca y tan lejos

Ganarse el respeto está en sus botas, tanto para los rivales como la propia afición granota

El equipo aplaudiendo a la afición tras el empate en Burgos

El equipo aplaudiendo a la afición tras el empate en Burgos

Aunque la recta final todavía aparece algo difuminada, la competición comienza a acercarse a su tramo definitivo y con un Levante algo lejano a los puestos de honor. Los dos últimos empates han emborronado el triunfo conseguido ante el Sporting. Esa victoria frente a los asturianos volvió a desempolvar una ilusión que parecía perdida, pero los choques ante Andorra y Burgos han sido un golpe con la realidad con aroma a mazazo. El primero, porque recordó aquellas oportunidades perdidas frente a rivales a los que hay que ganar sí o sí, el segundo, por las angustiosas maneras en que se consiguió el punto y en donde, Andrés Fernández fue más que un héroe.

Este Levante sigue dando la sensación de que no encuentra su punto álgido de optimización. Sin ser la mejor plantilla de la categoría, el equipo tiene mucho más talento y calidad del que ofrece en cada partido. Ni Calleja antes, ni ahora Felipe, han encontrado ese equilibrio, y sobre todo, esa famosa tecla que haga de este bloque, un entramado fluido, con sello de autor, y sobre todo, con capacidad para marcar su superioridad ante cualquier rival. Retornando al duelo frente al Sporting, esa es la imagen a la que debe acercarse este equipo, es necesario para poder llegar a luchar por una plaza de ascenso.

Los cinco puntos que ahora mismo marca la clasificación en cuanto a la distancia respecto a la sexta plaza proyectan una sensación de estar tan lejos como cerca. El tráfico en la parte media alta está más que congestionado lo que complica la misión, y solo, un cambio de tendencia, puede dar probabilidades de éxito. Elche y Valladolid no parecen a priori los mejores rivales para conseguirlo, pero con los precedentes de la primera vuelta, el Levante ha demostrado que puede ser capaz de hacerlo. Es precisamente el cuadro ilicitano el peor contendiente posible ahora mismo. Con cuatro victorias consecutivas, el Elche, llega en un momento de esplendor y con la mejor racha de triunfos de la competición. Teniendo en cuenta la enorme complejidad que engloba el entramado en la categoría de plata, los 12 puntos sumados de una tacada por los de Becaccece dan si cabe más mérito a un equipo que arrancó mal y que ahora enfila de cerca el liderato. Un buen espejo sobre el que reflejarse.

Las matemáticas, siguen siendo, aunque suene contradictorio, el gran aliado. Quedan muchos puntos en juego, una eternidad que diría aquel, pero no quiero acogerme al cuento de la lechera, y no por nada especial, sino, porque esta temporada no podemos aferrarnos a ello por lo firmado hasta ahora. Ojalá que ese `click´ tan esperado llegue. Ojalá que se puedan concatenar cuatro resultados positivos. Hay que desterrarse más pronto que tarde de esa undécima plaza en la tabla que solo produce sopor, desasosiego e inquietud, y sobre todo, toca mostrar al resto que este equipo no ha dicho todavía la última palabra.

Ganarse el respeto está en sus botas, tanto para los rivales como la propia afición granota. Lo he comentado en infinidad de ocasiones. Es capital reconectar de nuevo a la grada y hacerles partícipes de que en esta misión vamos todos a una. Aunque a nivel social hayan diferencias, y los cánticos sean tan libres como inevitables, el levantinismo quiere lo mismo, ganar y ascender. No hay mejor momento para demostrarlo. Tarea compleja, presión hasta los topes, otro paso en falso puede ser letal.