Opinión

Super¿qué?

Los fuegos de las Fallas los deben sentir ya en sus carnes los propietarios de la Superliga

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid / EFE

Estamos ya en los días clave de nuestras Fallas y se van a quemar los monumentos que, cada año, vuelven por primavera. Estos fuegos son ya los que debe sentir en sus carnes los propietarios de la tan cacareada Superliga. En efecto, esta misma semana, la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), la antigua OAMI, ha decidido quitarle un bomboncito a esos dueños, que ya no podrán utilizar la palabra SUPERLIGA o THE SUPER LEAGUE, porque esa entidad, que por cierto está en Alicante, le ha denegado el nombre que tanto ha dado que hablar.

Sí, porque ese nombre ya estaba registrado, en propiedad intelectual, por los clubes profesionales daneses, la Superligaen A/S, que se adelantó a sus similares del Real Madrid, Barcelona y Juventus (los tres que quedan a la vista), cuando éstos quisieron registrar el nombre, para al menos tenerlo claro, si alguna vez esa Superliga ve la luz, y estar preparados para los patrocinadores, televisiones y otros animales (nada ofensivo, sino que plagio un título de un libro que dejo que descubran).

No obstante, esa solicitud ha sido apartada por la EUIPO (mira por dónde, casualidades de los acrónimos, le falta una Q para hacer EQUIPO…) y ya no podrán ser los utilizadores de la marca, definitivamente danesa. La European Super League Company, S.L., que es el nombre completo de la sociedad madrileña (tiene sede allá) pidió su nombre sin saber que la oposición de los vikingos iba a ser tan dura.

No ha habido prisioneros, y los daneses han derrotado a los superligueros, que tendrán que buscar otro apelativo para vender su producto. Y sabemos todos que el nombre, así como el logo, son dos piezas fundamentales para que se pueda despachar lo que deseamos al consumidor. Finalizada esa posibilidad, por mor de una derrota jurídica, solo queda buscar otro nombre que le dé título a lo que se espera sea la nueva gran competición de fútbol de clubes europeos.

Podría ser Supernosotros, o en inglés SUPERUS, o si se me apura SUPERIOR, ya que se pretende que sea más y mejor que todo lo existente, para bien del fútbol, o eso dicen los creadores del fallido nombre. También se me ocurre, sin maldad, por favor, que se pudiera llamar SUPERRICOS, aunque queda bastante feo en español, pero en inglés SUPERRICHS podría pasar…

En fin, que, si no tenían ya bastante que lidiar, y ahora hablaremos de ello, a los pobres de esa Superliga, que no lo es porque no puede tener ese nombre, les falta encontrar la denominación de origen adecuada. Digo que hay más lidias porque un día después de esa decisión, se vieron éstos las caras con la UEFA y la FIFA, esta mera invitada de piedra a mi entender, en el Juzgado de lo Mercantil número 17 de Madrid.

Y fue porque se celebró el juicio, tras el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) de 21 de diciembre pasado. En ese juicio se lanzaron ya todas las armas legales, para que la juez tenga todo en sus manos y su mente, y decida en consecuencia sobre la legalidad, ya de fondo, y no de nombre comercial, de la Superliga.

No es una decisión fácil, obviamente, pero solo es el primer paso de una larga carrera judicial que no está ni a la mitad de su competición. No voy a volver a explicar, ya lo hice en otro artículo, los argumentos de unos y otros, tras la sentencia de TJUE, pero se me antoja que esa no fue todo lo clara que pretenden ambas partes.

Pero, gane quien gane esta primera fase, habrá apelación, que durará lo que dure, ya que la justicia es lo que es en cuanto a tiempos procesales y no veremos el amanecer hasta dentro de algún tiempo. Mientras, la Superliga (la llamo así para entendernos, aunque no puede utilizarlo oficialmente…) ya ha dicho, por medio de su gerente de A22 (la otra compañía que la gestiona) que han pedido o van a pedir a la UEFA que autorice la competición, como es preceptivo desde junio de 2022, cuando ésta diseñó un reglamento para ello.

Como decía, se acumulan los problemas, porque al legal propiamente dicho sobre su validez o no, se le suma su aceptación o no por la UEFA, sus pocos miembros, ya que huyeron los más ricos de Inglaterra, y ahora se les ha quitado hasta el nombre y, como le dijo Ulises al Cíclope, «mi nombre es nadie», es posible que la Supernadie sea la que en definitiva exista. Pero, ya oigo la mascletá y les dejo con la recomendación del libro del argentino Pedro Saborido, ‘Una historia del fútbol’, mezcla de cuentos y testimonios, que hará las delicias de los aficionados. Disfruten y cuídense.

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