Reencuentro en busca de la ‘autoestima’

Quique Sánchez Flores fue el último técnico con el que Rubén Baraja jugó la Champions League con la camiseta del Valencia CF

Quique Sánchez Flores durante su estancia en el banquillo con un Rubén Baraja del que hablaba como una extensión suya dentro del campo

Quique Sánchez Flores durante su estancia en el banquillo con un Rubén Baraja del que hablaba como una extensión suya dentro del campo / F. CALABUIG

Pau Pardo

Pau Pardo

Cuando Rubén Baraja habla de sus referentes en el banquillo el nombre de Rafa Benítez emerge por encima del resto. Pero el Pipo aprovechó su tiempo como jugador para aprender de los diferentes técnicos que tuvo, entre ellos Quique Sánchez Flores, del que dijo en su momento que hizo al Valencia CF «recuperar su autoestima».

Y es que después de coronarse mejor equipo del mundo en 2004, el equipo quedó séptimo la siguiente temporada en la segunda aventura de Claudio Ranieri en el banquillo. De tocar metal a una zona de la tabla alejada de lo que en aquel momento era el club, pero todo cambió con la llegada de Quique, que devolvió al conjunto de Mestalla a la lucha por competiciones europeas y en concreto a jugar la UEFA Champions League.

La tesitura actual no se acerca ni por asomo a aquella, Meriton Holdings ha reducido -y mucho- la exigencia del club a nivel clasificatorio, pero Baraja debuta en el banquillo valencianista con el propósito de levantar el ánimo de un equipo deprimido y engullido por la mala dinámica contra, caprichos del destino, con quién lo hizo hace más de una década. 

Quique fue el primer entrenador del Siglo XXI que fue antes jugador del Valencia CF y Baraja se ha convertido en el sexto de la saga. El vallisoletano fue un jugador capital en el equipo en aquella época, de hecho el técnico hablaba de él como un jugador capaz «de ser la prolongación del entrenador dentro del campo», interpretó el papel de organizador del juego de un Valencia que a las órdenes de Sánchez Flores trató de volver a ser un combinado rocoso y fuerte a nivel defensivo y a partir de ahí crecer con todo el potencial ofensivo que atesoraba la plantilla.

Baraja y Marchena

Baraja y Marchena / SD

Esta plantilla tiene menos dinamita y talento entre líneas que los David Villa, David Silva y compañía, pero Baraja quiere someter a su equipo a la misma terapia: seguridad defensiva, mucho trabajo táctico y a partir de ahí mejorar los resultados.  

La similar propuesta de juego y el atenazamiento de los jugadores por verse en una posición tan baja en la clasificación, el reencuentro entre Quique y Baraja se plantea como una partida de ajedrez en la que ninguno de los dos equipos puede permitirse otra derrota, porque moralmente supondría ser el único combinado que no ha ganado en lo que va 2023. 

Sentimiento de pertenencia

Aunque las situaciones en las que llegaron ambos son distintas por el nivel del club, sus jugadores y sus objetivos, los dos entrenadores destacaron su sentimiento de pertenencia y su identificación con los colores de un club que defendieron en su momento en el terreno de juego. «El Valencia ha sido mi club de siempre y lo he vivido con un sentimiento muy profundo», dijo Quique en una entrevista, al tiempo que señaló su deseo de entrenar algún día de nuevo al conjunto de Mestalla. En la misma línea se expresó Baraja en su presentación: «Yo soy uno más de ellos. He venido con mi pase a ver al equipo. He disfrutado del paso del tiempo y de los buenos momentos, como la Copa de Sevilla. A mí me gustaría que los jugadores sintieran lo que yo sentí por serlo. Es algo único», dijo el Pipo. Dos viejos -y valencianistas- conocidos se verán las caras el lunes.