El milagro trabajado de Baraja

En menos de un año, el técnico culmina un proceso de transformación futbolística y mental en un bloque muy competitivo, joven y sin apenas refuerzos

En Cádiz, el Valencia acabó jugando con 10 sub’25

Rubén Baraja

Rubén Baraja / JM López

Vicent Chilet

Vicent Chilet

El titular sencillo sería el de catalogar la transformación del Valencia con Rubén Baraja de “milagro”, a las puertas de su primer año natural como entrenador del Valencia. Pero un milagro se define desde un hecho no explicable, atribuible a una intervención sobrenatural de origen divino, sin mediar las leyes de la naturaleza. Nada más lejos de la realidad en el joven Valencia del Pipo, resultado de un trabajo concienzudo y obsesivo en el detalle que ha convertido a un equipo herido de muerte hacia el descenso, en uno de los bloques más competitivos y frescos del campeonato. La fotografía del resultado final se mostró en Cádiz.

En un ambiente hostil, el Valencia acabó jugando con siete jugadores formados en la Academia de Paterna y con diez futbolistas por debajo de los 25 años, con la sola excepción de Foulquier. Con esa tarjeta de presentación tan estimulante, el Valencia mira más a Europa que a la pesadilla de la permanencia. Justo en el mismo punto de calendario en el que el año pasado empezó su caída libre. Un proceso de maduración futbolística y mental en el que han contribuido varios factores.

El primero, la enseñanza de la temporada pasada. El sufrimiento extremo en la segunda vuelta para mantener la categoría curtió la capacidad de resistencia y la unidad de un grupo joven, pero que creció colectivamente. En segundo lugar, sobre esa base, Baraja ha hecho de la necesidad, virtud. Sin margen para fichajes por las restricciones autoimpuestas por Meriton, el técnico vallisoletano se propuso podar el equipo de jugadores más proclives a la desconexión, que restaran fuerza a la unidad, como Cavani, Castillejo o Yunus Musah, quedándose un bloque granítico, muy solidario, que responde como un solo estado de ánimo.

Para fortalecer ese pilar, era necesario acertar en los pocos fichajes que autorizaría Peter Lim. El acierto con Pepelu fue pleno, al contrario que con Cenk Ozkacar, por el que se abonó la misma cifra (5 millones de euros). La incorporación de Sergi Canós se ha evidenciado exitosa, por la tremenda implicación del jugador, una vez salvadas las adversidades derivadas de no haber completado una pretemporada al uso, lesionarse nada más llegar y tener que aclimatarse en plena competición. Durante la primera vuelta, además del crecimiento en el rendimiento del bloque de la campaña anterior, Baraja ha ido recuperando piezas valiosas, como Hugo Guillamón y Jesús Vázquez.

Baraja llegó en febrero de 2023 a un equipo roto en juego y en confianza. Una vez aplicados los primeros auxilios para garantizar la permanencia, con la pretemporada el Pipo pudo esculpir una idea de juego con las hechuras a su disposición. El resultado es el de un equipo tremendamente dinámico, que imprime un altísimo ritmo y mucha velocidad a sus partidos y que ha logrado encontrar, desde la fortaleza de Mestalla, un punto de competitividad alto, con variaciones de nombres y dibujos (la recuperación de Guillamón permite gozar de Javi Guerra como revulsivo). Han sido pocos los encuentros en los que el Valencia ha sido arrollado por su rival, a excepción de las derrotas contra el Betis y el Real Madrid.

Otros tropiezos a domicilio (Girona, Getafe), con goles en contra en los últimos minutos, como también sucedió en el empate en San Mamés, amagaron con reproducir los miedos enterrados de la temporada. Fue entonces cuando el equipo exhibió su fortaleza mental, con el punto de inflexión del empate contra el Barcelona en Mestalla. Por debajo en el marcador, abrumado por las bajas, el equipo aguantó para sumar un punto que lo ha propulsado en las jornadas siguientes con una aportación diferencial: sumar de tres en tres fuera de casa.

Las victorias en Vallecas y Cádiz, unida entre medias a la remontada en Copa en Cartagena, han aumentado el nivel de confianza del equipo lejos del manto protector de Mestalla. En el Nuevo Mirandilla, el examen ambiental se aprobó con nota. Con una atmósfera cargada, con llamativas decisiones arbitrales en contra, el equipo no se descompuso ni se salió del encuentro. Al contrario, se adaptó a esa hostilidad y salió más fuerte para rematar el partido en la segunda parte.

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